Históricamente, las manifestaciones y movimientos populares a través de sus distintas expresiones, han formado parte de las herramientas con que cuenta la democracia para lograr importantes reivindicaciones sociales, actuando como mecanismo de presión para obtener un cambio de rumbo en la decisiones de los gobiernos.
En nuestro país, existe una disposición permanente de diálogo para buscar salida a los distintos reclamos de la sociedad, siempre y cuando éstos mantengan su coherencia con los propósitos enarbolados. Por ejemplo, la conquista del 4% del PIB, para la inversión en educación, ha sido la principal demostración de que cuando se asumen causas justas el gobierno responde.
Recientemente, ha tomado fuerza una campaña dirigida desde la “sociedad civil” en contra de la corrupción y la impunidad, denominada Movimiento Verde, sin embargo, cuando se encamina una acción con marcados niveles de incoherencia en la forma y en el fondo, la conexión con el propósito se pierde debido a que está contaminado con elementos cómplices del delito señalado.
Ciertamente, la corrupción es un acto inmoral que ocurre cuando una persona utiliza su influencia de forma ilegal para obtener beneficios que perjudican a terceros, causando deficiencias en los sistemas de salud, en el desarrollo de la educación, en la construcción de infraestructuras, en la agropecuaria y en todo donde la inversión social se vea afectada de forma directa. Por tanto, la lucha contra ese flagelo, es un derecho y un deber de cada ciudadano.
No obstante, la corrupción no es un problema que involucra exclusivamente al sector público como es promovido desde el Movimiento Verde, también, existen sectores empresariales con una importante cuota de participación en esas acciones perversas.
El tal sentido, la iniciativa emanada de ese reclamo pudo haberse convertido en una verdadera representación del sentimiento social, debido a que la causa es correcta. En pero, la participación del ingrediente empresarial, junto a elementos frustrados de la clase política rancia, le quita sentido a esa campaña, ya que ambos navegan dentro de un mar de complicidades con el delito contra el patrimonio público.
Por esa razón, la lucha enarbolada desde el Movimiento Verde, nunca será sincera, debido a que su esencia se encuentra minada por una doble moral que mas que justicia, busca desestabilizar al propio Estado.
El Movimiento Verde, cuenta con el apadrinamiento de sectores que piden transparencia, pero no resisten que esa transparencia sea aplicada de forma horizontal, ya que serían los primeros en caer por el peso de sus propias acciones.
Es innegable que en el gobierno existen corruptos, pero en las “marchas verdes” contra la impunidad y la corrupción administrativa, también participan corruptos…, y muchos.
La corrupción del sector público va de la mano con la complicidad del sector privado, cuando un funcionario incurre en actos de corrupción, también existe un empresario detrás de ese acto de corrupción.
La corrupción es un juego de complicidades entre dos sectores importantes de la vida nacional: El empresarial y el político. Y, ambos, están detrás de las acciones derivadas del Movimiento Verde.
Por lo tanto, los padrinos de ese “reclamo social” están inhabilitados para exigir justicia, ya que son iguales o más corruptos que a quienes acusan.
La sociedad ha sido influenciada con la idea de que solo los políticos tienen capacidad para cometer actos de malversación en contra del erario público, cuando en realidad, sino fuese por la intervención de la clase política, la sociedad estuviera constantemente a merced de quienes realmente lo corrompen todo en provecho propio.
La gente juzga y sanciona a los políticos aunque el acto mismo de corrupción se origine en el seno del sector privado; son los contratistas, los proveedores de servicios, los comerciantes, los arrendadores y los dueños de empresas privadas, quienes forman asociaciones delictivas para extorsionar al pueblo y servirse del Estado.
Ciertamente, existen políticos inescrupulosos que terminan corrompidos de tal forma que les importa poco la ética y la crítica social. Pero también existen políticos con una verdadera vocación de servicios a la sociedad, cuya labor es ejercida como un credo sin reparos en sus propios sacrificios personales.
Al político se le pide rendición de cuentas, mientras los empresarios nunca le rinden cuentas a nadie; el político es cuestionado cuando sale de la miseria, pero los empresarios que salen de la miseria sobre la base de evadir impuestos, retener los beneficios laborales de sus empleados y hasta maniobrar para no pagarles las prestaciones cuando son despedidos, a esos “patriotas” nadie les pide cuentas sobre sus acciones corruptas.
Son esos empresarios, los patrocinadores de las actividades del Movimiento Verde, y son esos políticos, cómplices históricos del delito de corrupción, quienes pretenden distraer sus frustraciones e incapacidades para ganarse el favor de la gente.
Entonces, sea usted el jurado…
Escrito por:
Fitzgerald Tejada Martínez