Las detenciones de inmigrantes indocumentados en las fronteras del país cayeron un 26,28 % en 2017 respecto al año anterior, el menor dato en 45 años, informó hoy la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés).
El total de detenciones que se practicaron entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2017 fue de 415.191, una cifra sustancialmente inferior a la registrada en 2016, cuando fueron aprehendidas 563.204 personas tratando de cruzar la frontera, según las estadísticas divulgadas hoy por la CBP.
Esta caída apunta a una fuerte reducción del flujo de inmigrantes indocumentados en la frontera, debido a la disuasión que supuso el comienzo de la presidencia de Donald Trump, que ha endurecido la política respecto a la migración.
“La detenciones por parte de la policía fronteriza en 2017 alcanzaron su menor nivel en 45 años”, señaló el secretario de prensa en funciones del CBP, Tyler Q. Houlton, en un comunicado.
En cuanto al número de detenciones llevadas a cabo en las fronteras sur y oeste del país, la que separa a Estados Unidos de México, también se registró una caída significativa este último año, al pasar de las 408.870 en 2016 a 303.916 en 2017, lo que supone una reducción del 25,73 %.
Houlton reconoció, sin embargo, que se había registrado un repunte en las detenciones durante el último mes del año debido a una serie de “agujeros” que existen en la actual legislación que usan los inmigrantes para “explotar” la generosidad estadounidense.
Con 40.513 detenciones de inmigrantes indocumentados en toda la red fronteriza del país, diciembre supone el mes en el que se realizó un mayor numero de aprehensiones, mientras que abril fue en el que menos, con apenas 19.940.
El portavoz resaltó la importancia de que el Congreso realice reformas “proestadounidenses” en la legislación migratoria para acabar con estos “agujeros” que, según dijo, suponen un incentivo los inmigrantes ilegales.
Precisamente hoy, el presidente Donald Trump se refirió a estos datos durante una reunión en la Casa Blanca con unos 25 congresistas y senadores, tanto republicanos como demócratas, con los que departió, entre otras cosas, sobre la necesidad de reformar la política migratoria del país.
“Al ver lo que está pasando, la gente se desanima y no viene. México debería darnos las gracias”, llegó a decir el presidente durante la reunión al referirse a su intención de endurecer las leyes migratorias estadounidenses, expresada desde antes incluso de ocupar el Despacho Oval.