El 16 de abril de 1970 se produjo el regreso a Santo Domingo del expresidente Juan Bosch, máximo líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien había estado en España desde el 26 de abril de 1966, concentrado en la realización de varios libros de literatura y de historia, y en la formulación de la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, un proyecto ideológico que sustentaba en lo teórico su visión de la realidad social dominicana y caribeña luego de la invasión norteamericana de abril de1965.
A la llegada de Bosch, el PRD planteaba la abstención electoral, pero era un secreto a voces que muchos de sus dirigentes no apoyaban con sinceridad esa decisión política, aunque la misma se correspondía con las resoluciones de la cuarta convención nacional; siendo la más importante el apoyo en principio a la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y la denuncia del proceso electoral, que era calificado como una farsa o engaño político del presidente Balaguer.
El compromiso con posiciones extrapartidos estaba muy extendido, y una gran parte de los dirigentes, especialmente en la zona Este del país, mantenía una línea electorera que era alentada de modo subrepticio por altos dirigentes del PRD que empeñaron su palabra de honor en sostener su respaldo a una de las opciones electorales del momento, que eran la del vicepresidente de la República, licenciado Francisco Augusto Lora González, postulado por el Movimiento de Integración Democrática Antirreleccionista (MIDA, y la del Movimiento de Conciliación Nacional (MCN), que tenía como candidato al doctor Jaime Manuel Fernández, quien sustituía en la boleta de ese partido a su líder recién fallecido, doctor Héctor García-Godoy Cáceres.
En el PRD también había una marcada influencia izquierdista: la del Movimiento Popular Dominicano (MPD), con una visión nacional de la ideología marxista, plasmada en la tesis de Maximiliano Gómez (El Moreno) sobre el “Colonialismo ideológico”, acompañada de su propuesta de “Golpe de Estado Revolucionario”, junto al sector del ex general Elías Wessin y el Partido Quisqueyano Demócrata (PQD); e incidiendo en menor medida, otras organizaciones de izquierda de tendencia maoísta.
Ese fue el panorama con el que se topó Juan Bosch a su regreso de España en abril de 1970, dedicándose rápidamente a promover la abstención electoral y a difundir su tesis con mucho más energía, aunque ya comenzaba a conocerse en el país por haber sido asimilada en la convención partidaria y publicada de manera íntegra en la edición No. 299 de la revista Ahora, el 16 de junio de 1969.
La tesis de Bosch contó desde el primer momento con el apoyo del Partido Comunista Dominicano (PCD), que estaba dirigido por Narciso Isa Conde, su secretario general; y con esa herramienta ideológica comenzó el líder perredeísta a trabajar en la conversión de su partido en una organización de cuadros y de círculos de estudios, con militantes estudiosos y profesionalizados, consintiendo en recibir desde el PCD a uno de sus mejores dirigentes, que era el doctor Diómedes Mercedes, cuya capacidad y experiencia ayudarían a echar hacia adelante la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y a plasmar el objetivo de llevar calidad intelectual y política al seno del partido.
El doctor Mercedes fue incorporado al comité ejecutivo nacional de la entidad partidaria y en menos de seis meses era uno de sus principales dirigentes, siendo integrado más tarde en el grupo selecto de la llamada comisión permanente, donde estaban Bosch, Peña Gómez, Antonio Abreu Flores, Rafael Alburquerque De Castro, y los sindicalistas Cheché Luna y Juan De la Cruz Buret.
Sin embargo, en 1970 Bosch tenía varios escollos para cristalizar su proyecto, y el principal era la naturaleza misma del PRD, que en su ausencia había desarrollado un liderazgo colectivo, siendo obvio que sus nuevos líderes tenían luz propia y brillaban demasiado; a tal punto que el profesor Pablo Rafael Casimiro Castro decía de modo espontáneo y con cierto atrevimiento que había leído muchas veces la tesis de Bosch y aún no la comprendía; y él era un gran líder de la región Sur, que aunque nacido en Santiago, había sido en dos ocasiones senador por Pedernales. Eso aparte de que la gente le tenía mucha simpatía y aprecio por ser una especie de mártir viviente, víctima de la furia de los incontrolables del régimen de Balaguer, que quemaron su cuerpo con una bomba de fósforo blanco, lanzada sobre su vehículo parqueado en la calle Padre Billini de la Capital, en el momento en que se despedía de su amiga y compañera, doctora Yocasta Prandy de Sánchez, alta dirigente del PRD.
Otro escollo para los planes de Bosch era el poderoso subsecretario general Rafael Gamundi Cordero -Rafa, quien decía apoyar la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, pero cuando se refería a ella lo hacía con cierto descuido, nombrándola como “Dictadura Popular”; haciendo pensar que en realidad promovía algo diferente a la novedosa línea del partido.
Los parciales de Bosch entendían que la única manera de detener la disidencia era sacando a ambos del PRD, pero que esa tarea era sumamente difícil y riesgosa, pues Rafa Gamundi fue el fundador de la Juventud Revolucionaria Dominicana (JRD) y durante la ausencia de Bosch se había convertido en el cerebro organizativo del PRD, dominando partes de la estructura juvenil, especialmente el comité del Distrito de la JRD, que estaba encabezado por un hombre incondicionalmente suyo, llamado Francisco Rodríguez (Francisquito), y controlaba el Frente Revolucionario Estudiantil Nacionalista (FREN), que tenía como secretario general a otro de sus adeptos, de nombre Ramón Pichardo (El Chino).
Rafa Gamundi tenía su mayor fortaleza en la JRD, cuyo secretario general era su compadre Winston Arnaud Guzmán, un aguerrido joven de ideas revolucionarias que había encabezado una batalla campal contra la represión del régimen de Balaguer, orientando las huelgas de Moca y otras jornadas de lucha exitosas en la región del Cibao. También Rafa Gamundi se llevaba bien con el bachiller Hatuey De Camps Jiménez, secretario general del Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), quien mostraba una clara neutralidad ante la divergencia pública suscitada entre éste y Bosch, pese a ser pariente del líder político.
Ante esa realidad, convenía a los parciales de Bosch la salida del joven Arnaud de la secretaría general de la Juventud, por lo que fue enviado a Estados Unidos a dirigir la seccional del PRD en Nueva York, ocupando el joven Norge Botello su puesto. Él procedía de las filas del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y había tenido una destacada participación en la guerra de abril de 1965, compartiendo el rango superior de comandante junto a los doctores Virgilio Bello Rosa y Diómedes Mercedes, en el Comando B3, mejor conocido como “Comando Cucaracha”, cuando salió de circulación el joven ingeniero Pedro Bonilla, su primer comandante, quien fue gravemente herido junto al poeta Jack Viaux Renaud, en la batalla contra el yanqui invasor los días 15 y 16 de junio de 1965.
Se debe recordar que Botello era el secretario nacional de organización de la JRD en el momento de la salida de Arnaud, y fue designado secretario general para realizar la tarea política de crear las condiciones para producir la expulsión de Rafa Gamundi, quien en su calidad de subsecretario general era el natural sucesor de Peña Gómez en la secretaría general del PRD cuando se marchara a Francia a realizar sus estudios en Derecho Constitucional en la Sorbona de París. El otro subsecretario era Casimiro Castro, sumamente apreciado por las bases perredeístas, pero objetado por su posición derechista.
Rafa Gamundi era un dirigente sobresaliente, teórico, carismático, orador de barricada; un líder que emocionaba y enardecía las masas con su discurso revolucionario; pero era un obstáculo a vencer y Botello había ascendido a la dirección de la JRD para confrontarlo y provocar su salida.
Ello explica que fuese él y no otro dirigente con historial perredeísta que iniciara la campaña de “desgarrapatización” el lunes 24 de agosto de 1970, anunciando la separación de las filas de la JRD de varios altos dirigentes, y pidiendo de paso a la alta dirección del partido que tomase la decisión de expulsar a Gamundi; en una acción sin precedente histórico, puesto que pretendía hacerlo sin llenar el requisito legal de un juicio oral, público y contradictorio dentro del tribunal disciplinario, el órgano competente para decidir ese tipo de resolución.
La medida afectó al secretario general del comité del Distrito de la JRD Francisco Rodríguez (Francisquito) y al secretario general del FREN, Ramón Pichardo (El Chino).También a los jóvenes Ramón Antonio Andújar (Manzanero), Julio César Almánzar, Esmeraldo González y González, Cipriano Colón, Rafael Fortunado, Eugenio Moreno, Rafael González, Addiel Cruz, Manuel Rosario, Ángel Antonio Báez, Tomás Montero, Alberto Cruz, Wilfredo Polanco, Salvador Polanco y Abraham Céspedes, quienes fueron señalados como infiltrados al servicio del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO).
Botello dijo que esa resolución contaba con el apoyo del buró agrario y del comité ejecutivo nacional del PRD y acusó a Rafa Gamundi de verter expresiones difamatorias y violatorias de los estatutos del PRD en el vespertino Ultima Hora, al defender a los dirigentes destituidos diciendo que la expulsión “se había realizado con propósitos de allanar el camino para lograr un entendimiento con el presidente Balaguer”.
Botello también asoció las declaraciones de Rafa Gamundi con otras que en la fecha había ofrecido el PACOREDO sobre el tema de las destituciones de perredeístas y por eso pidió que fuese sancionado por el comité ejecutivo nacional del PRD, aplicándosele rápidamente la expulsión ante la imposibilidad de reunir el tribunal disciplinario de manera urgente. Basó su solicitud en la necesidad de garantizar la unidad y la disciplina del partido.
Sobre el tema también opinó el secretario del Buró Agrario del PRD, José Mariano Peña, quien fue partidario de una purga contra todos los que no estén de acuerdo con la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, la doctrina elaborada por el profesor Bosch.
El martes 25 de agosto de 1970, Botello nuevamente ofreciò declaraciones sobre los dirigentes expulsados por infiltración del PACOREDO, denunciando que éstos planeaban asaltar los locales de la organización, y por esa razón se dispuso la toma de medidas extremas en la casa nacional de la avenida Independencia de la Capital y en otros lugares, donde fueron apostados miembros de la JRD quienes impidieron el acesso a los locales de los expulsados, aunque orientados para sólo contenerlos, sin ejercer violencia.
Ese mismo dìa un comité de base de la zona A del PRD en el barrio de Villa Francisca, de la Capital, protestó públicamente por el procedimiento utilizado para expulsar a su dirigente Frank Domínguez, porque no fue correcto ni sabio, y alertó en torno a la trama urdida para expulsar a Rafa Gamundi, acusado de comunista infiltrado. Tambien se produjo ese mismo día pronunciamiento del profesor Pablo Rafael Casimiro Castro, oponiendo resistencia a la expulsión de Gamundi y advirtiendo que el tribunal disciplinario estaba paralítico para tomar esa medida y que tampoco podìa hacerlo el comité ejecutivo nacional, por carecer de competencia para ello.
Casimiro Castro era en ese momento, al igual que Gamundi, subsecretario general del PRD y su planteamiento fue ripostado por Botello, quien reconoció el papel del tribunal para hacer la expulsión; pero defendió la potestad del CEN para encaminar la acción hacia dicho organismo, aduciendo que era el máximo órgano de dirección partidario después de la Convención.
Casimiro también le reprochó a Botello la manera como sustituyó a Winston Arnaud, calificando ese acto de traición, pues según dijo “en política no se pueden quemar etapas, ni ir muy de prisa, porque se corre el riesgo de romperse el cráneo en las alturas”. Pero Botello le respondió que no estaba buscando posiciones dentro del PRD y que siempre habìa estado dispuesto a cumplir con su deber no importando cual fuese el peso de la responsabilidad que cayera sobre él. Replicando Casimiro que él “jamás le haría a Peña Gómez lo que Botello a Winston Arnaud”.
Se debe decir que luego de que Botello iniciara la purga en la JRD, el lider del partido, profesor Juan Bosch, en sus peroratas diarias por Tribuna Democrática había justicado la misma en unos diez discursos repudiando el llamado Golpe de Estado Revolucionario y otras posiciones extremistas, aunque se refirió con calidez y entusiasmo a la táctica política del Frente de Liberación Nacional de Vietnan, alabando el planteamiento de los guerrilleros vietnamitas en relación a los incentivos que merecía la burguesía y la pequeña burguesía comercial, agrícola e industrial nacionalistas, no comprometidas con los invasores ni con sus representantes en esa época.
Cabe destacar que fueron varios los organismos del PRD que hablaron públicamente sobre las expulsiones, destacándose el de Santiago de los Caballeros, a través de un documento firmado por su secretario general, doctor Ambiorix Díaz Estrella; por su secretario de cultura y propaganda, profesor Amiro Cordero Saleta, y por el secretario sindical del comité municipal, Pablo Guzmán, dando un público respaldo a la expulsión del PRD de todos los dirigentes que hubieran rechazado la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular.
Para Díaz Estrella y el comité municipal de Santiago, Rafa Gamundi debía de ser sancionado “por sus coincidencias ideológicas con grupos contrarrevolucionarios disfrazados de marxistas, como era el PACOREDO”; lamentándose de que un revolucionario como él se hubiera dejado influir por esa organización.
De su lado, los dirigentes del PRD en Salcedo, al igual que los de Santiago, mostraron su apoyo al profesor Bosch en la tarea de separar del partido a aquellos compañeros que no defendieran la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular.
El jueves 10 de septiembre los expulsados ofrecieron una declaración pública afirmando que el profesor Juan Bosch buscaba convertir el PRD en una organización caudillesca, conservadora y conciliadora con los enemigos de la organización, y censuraron que el líder político se hubiese dejado arrastrar por el sector derechista y contrarrevolucionario del partido; advirtiendo que de continuar en ese camino, los únicos beneficiados serían los enemigos del PRD.
Los expulsados reiteraron su apoyo a Gamundi y comunicaron que continuarían la lucha por los ideales del PRD, porque el partido no era una corporación en donde se podía cancelar o nombrar hombres, y emplazaron a Bosch a plantear la libre discusión de su tesis en el seno del PRD, a fin de que los perredeístas se pusieran acuerdo, para luego marchar unidos contra sus enemigos. La respuesta de la alta dirección del PRD fue continuar el proceso de desgarrapatización, expulsando a otros dirigentes el viernes 11 de septiembre; entre los cuales estaban los jóvenes Ricardo Beato (Picni) y Juan Eleuterio Santos, secretarios generales de la JRD, en La Vega y en la Zona E del barrio de Gualey; y suspendiendo además por un período de ocho meses el secretario general de la JRD en el municipio de Moca, Rafael Balcácer, “por auspiciar la indisciplina en la JRD, al oponerse a medidas tomadas por la dirección nacional, atribuyéndole ilegitimidad a supuestos comités del PRD y a un supuesto comité provincial de La Vega, además de realizar trabajos de grupos dentro de la JRD”.
En ese proceso de expulsiones hubo que lamentar que la Policía Nacional originara la sospecha de intervencion en los asuntos internos de la organización al disponer el apresamiento sin sentido del Chino Pichardo, secretario general del FREN, detenido en la zona oriental de la Capital, con la infantil acusación de pegar carteles con la fotografía del héroe restaurador Gregorio Luperón.
Una exposición sumamente interesante sobre estos hecho, nos lo proporcionó el distinguido periodista y analista político Julio César Martínez, quien calificaba de incómoda y riesgosa la posición de Bosch en ese proceso de desgarrapatización, señalando que éste era “un hombre apasionado y obsedido por conseguir una transferencia a la Historia con ideas y con actos trascendentales, y se habìa convertido, bajo esos impulsos en una especie de Atila, sin tener la vocación de ser Atila”. Decía que Bosch era demoledor y restaba amigos “con la rapidez de una computadora”.
El autor de la columna Proa, en el periódico Ultima Hora, fijó su punto de vista en un trabajo del viernes 18 de septiembre de 1970, donde expresó además que lo correcto era brindarle apoyo, aún en el caso de que Bosch estuviese verificando y rectificando rumbos con la Dictadura con Respaldo Popular, porque a su juicio la purga que estaba realizando dentro del PRD, estaba orientando la organización hacia una posición moderada, lo que era conveniente debido a que el partido se había inclinado demasiado hacia la izquierda, alarmando a muchos sectores por el auge de la infiltración extremista en su seno.
Pereo también advertía el distinguido periodista que si la intención de Bosch era rectificar y avanzar hacia una posición moderada, se iba a encontrar con problemas en su propio partido, sobre todo en su juventud y sus trabajadores, que demandaban una posición inflexible como la que defendía Rafa Gamundi.
Los últimos expulsados dentro de la JRD fueron los dirigentes Pedro Antonio Mejía, Iván García y Antonio Manuel Figueroa; figurando en la lista de sancionables Cristino García Ramos, René Campusano y Héctor Julio Ledesma, dirigentes de la zona B de Villa Consuelo, , por adoptar posiciones derechistas y reaccionarias y por estar opuestos a la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, escrita por el profesor Juan Bosch.
Finalmente fue fijada la fecha del sábado 3 de octubre de 1970 para el juicio político contra Rafael Gamundi Cordero, por alegada difamación contra la dirección de la JRD encabezada por Botelloy por las ediciones del boletín político La Nueva República, que de acuerdo al acusado se fundó con la aprobación del alto mando partidario. Este juicio no pudo realizarse el 21 de septiembre anterior debido a la mora solicitada por el fiscal, doctor Santo Sena Pérez para confeccionar el expediente. También debido al accidente sufrido por Juan López, miembro del tribunal disciplinario.
Con este juicio el PRD marchaba a toda velocidad hacia el proceso de expulsión de uno de sus mejores dirigentes, que había defendido su partido y el país arriesgando siempre su vida y enarbolando la bandera de la libertad y la independencia.