La economía estadounidense avanzó a un ritmo anual del 3 % en el segundo trimestre de 2017, la tasa de crecimiento más rápida de los últimos dos años, un auge que da razones para el optimismo pero que los expertos no se atreven a relacionar con las políticas del presidente, Donald Trump.
El cálculo dado a conocer hoy es el segundo de los tres que publica el Departamento de Comercio sobre la evolución del producto interior bruto (PIB) en el segundo trimestre del año.
El incremento del PIB a un ritmo anual del 3 % entre abril y junio supone una mejoría frente a la primera estimación del 2,6 % y, además, representa un marcado avance respecto al ritmo de crecimiento registrado en el primer trimestre, que fue del 1,2 %.
El avance del 3 % supera también lo pronosticado por los analistas, que habían previsto un repunte del PIB del 2,8 %, y se ha convertido en la tasa de crecimiento trimestral más alta desde el primer trimestre de 2015, según el informe del Departamento de Comercio.
Los analistas, sin embargo, ven prematuro vincular el dato con las políticas de Trump, y advierten de que, normalmente, la economía estadounidense suele acelerarse en el segundo trimestre del año.
Trump ha prometido que la economía del país volverá a crecer de manera sostenida entre el 3 % y el 4 % anual bajo su mandato, que comenzó el pasado 20 de enero, gracias a un impulso de la inversión en infraestructuras y un plan fiscal que reducirá los impuestos, aunque esos compromisos aún no han tomado forma legislativa.
El repunte del PIB estuvo impulsado por un aumento de las exportaciones, del gasto del Gobierno federal y del consumo.
De hecho, el gasto de los consumidores, que supone dos tercios de la actividad económica del país, representó la mayor parte de la mejora económica con una tasa del 3,3 %, la mayor registrada en el último año, según el informe del Departamento de Comercio.
En el segundo trimestre los estadounidenses gastaron más en bienes y servicios, incluyendo una compra superior a lo esperando de automóviles, teléfonos móviles y viviendas.
Además, el informe del Departamento de Comercio incluye la primera estimación del Gobierno para los beneficios de las corporaciones del país, que bajaron un 1,4 % durante el segundo trimestre después de aumentar un 1.3 % entre el primer trimestre, entre enero y marzo.
Estados Unidos lleva once años consecutivos con crecimientos anuales del PIB inferiores al 3 % y en 2016 creció apenas un 1,6 %, el ritmo más bajo desde 2011.
Trump quiere estimular la economía con una reforma fiscal, que presentó en abril y cuyos detalles desvelará hoy durante un acto en Springfield (Misuri).
El mandatario tiene previsto hablar de su “visión” sobre la generación de empleos y el crecimiento económico mediante el recorte de impuestos y la revisión del código fiscal.
La reforma fiscal para mejorar las condiciones de la clase trabajadora fue una de las propuestas más repetidas por Trump durante la campaña electoral, aunque el mandatario ya en la Casa Blanca poco ha hecho estos meses para definir los detalles de su propuesta.
En abril, la Casa Blanca adelantó que la reforma rebajaría desde el 35 % actual al 15 % el impuesto a las ganancias corporativas de las empresas, una de las pocas precisiones realizadas al respecto sobre el plan.
Para aprobar su reforma, Trump necesita la ayuda de los líderes republicanos del Congreso, que han mostrado en anteriores ocasiones su intención de rebajar los impuestos lo más posible.
A finales de junio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó las previsiones de crecimiento de la nación al 2,1 % en 2017 y 2018, debido a la falta de un “plan económico completamente articulado” por parte del nuevo Gobierno de Trump, y consideró “poco realistas” las promesas de llegar a una expansión del 3 % anual.