La cantante oaxaqueña Geo Meneses aseguró que la música es como un bálsamo que cura en tiempos de trágicos como los que vivió su estado con el sismo del 7 de septiembre, de magnitud 8,2 y que destruyó más de 110.000 inmuebles en la zona del Istmo de Tehuantepec.
Meneses, quien junto con sus paisanas Lila Downs y Susana Harp, le han dado un sello particular a la música y al canto oaxaqueños en los últimos años, contó en entrevista con Efe que tras el primer sismo sintió mucho dolor por ver sufrir a su tierra.
“Yo fui damnificada en el sismo de 1985 y que volvieran a mi esas imágenes, esos recuerdos, fue algo difícil de enfrentar y lo único que me hizo aminorar ese dolor fue una mañana irme al Istmo a visitar los albergues a cantar”, contó Meneses.
Durante esos días, Georgina pasó tiempo con los niños, niñas, mujeres y hombres istmeños conviviendo con ellos, abrazándolos y cantando mucho para reducir el dolor suyo y de sus paisanos.
“Cuando llegaba a los albergues, era muy fuerte, había demasiado dolor y desesperanza, pero cuando empezábamos a cantar y cuando ellos lo hacían en zapoteco (lengua que hablan unas 800.000 personas en Oaxaca) era como si se iluminaran esos lugares, esos corazones dolidos se transformaban en fortaleza”, relató.
“Es tan gran el poder que tiene la música y el canto-verdad que realmente puede hacer el milagro de la sonrisa o de la alegría en una situación tan difícil”, sentenció.
Con una sensibilidad que se manifiesta en su estilo, Meneses comentó que la música es un arte que “nos acerca a lo más sublime”.
“La música se creó para que, como terrenales, podamos tocar algo divino”, expresó.
La cantante, quien ha llevado su canto a países de América Latina, Europa y Asia, dijo que el dolor que siente tanto por Oaxaca como por la Ciudad de México, golpeada por otro sismo el 19 de septiembre, aminora cuando trabaja y escribe.
Sin embargo, agregó, particularmente en Oaxaca “hay mucha melancolía y muchas necesidades principalmente en la zonas afectadas”.
Oaxaca se distingue por su historia, arquitectura, gastronomía y por sus artistas plásticos y una generación de cantantes como Downs, Harp y ella.
“Oaxaca es una tierra mística, que sabe a luz, a vida, a colores y no se me hace extraño que existan tantas cantantes”, apuntó.
La intérprete oaxaqueña, quien inició en 1998 y ha grabado nueve discos, se presentará este viernes en el Lunario del Auditorio Nacional con el espectáculo “Rojo Corazón”, título de una producción que vio la luz en 2015.