Wednesday, November 13, 2024
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JORGE BLANCO DESAFÍA A GUZMÁN EN 1977

¡La guardia imperial muere, pero no se rinde!», fueron las palabras utilizadas durante la madrugada del lunes 28 de noviembre de 1977 por el doctor Salvador Jorge Blanco para anunciar su determinación de mantenerse en pie de lucha por la nominación presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD, que se estaba definiendo en el amplio salón del Club de Detallistas de Provisiones del Distrito Nacional, situado en la calle Jacinto de la Concha del sector de Villa Francisca, donde esa entidad política celebraba su novena convención nacional con la presencia de 431 delegados.

El reconocido abogado y político estaba desafiando las aspiraciones a la presidencia de la República de don Silvestre Antonio Guzmán Fernández cuando empleó esa frase del general francés Pierre Jacques Étienne Cambronne, pronunciada en la batalla de Waterloo para animar a los soldados del hasta entonces invencible ejército napoleónico, antes de que sucumbiera el 18 de junio de 1815 bajo el dominio de las fuerzas combinadas del Reino Unido, Prusia, Rusia y Austria, comandadas por el duque de Wellington.

Así el doctor Jorge Blanco pretendió reducir la ventaja de aquel rival que lo había superado por 79 votos en la primera ronda de votaciones de esta gran asamblea de delegados, que se inició a las cuatro de la tarde del sábado 26 con la aprobación de los estatutos renovados del partido y su plataforma programática para las elecciones de 1978.

El domingo 27  los participantes fijaron su atención en los aspirantes a la candidatura presidencial, Guzmán Fernández, Jorge Blanco, Jacobo Majluta Azar y Marcio Antonio Mejía-Ricart Guzmán, cuyos servicios prestados al PRD y al país fueron ponderados al anochecer de ese día por Ivelisse Prats-Ramírez Martínez de Pérez, Vicente Sánchez Baret, Hatuey De Camps Jiménez y el propio Mejía-Ricart, que resaltó su capacidad de sacrificio y dotes para gobernar antes de anunciar su retiro de la contienda.

Las votaciones se iniciaron a las nueve de la noche y culminaron tres horas más tarde con un resultado favorable a Guzmán que, de un total de 428 votos emitidos (ocho observados y uno nulo), obtuvo 195; faltándole apenas 24 para ser proclamado vencedor. El segundo y el tercer lugar fueron ocupados por Jorge Blanco y Majluta, quienes computaron 116 y 108 sufragios, respectivamente.

Luego Majluta dejó a sus seguidores en libertad de votar en la segunda ronda según su conciencia, alegando que “la única salida democrática de parte mía era dejar a los delegados en libertad de escoger, o inclinar la balanza a favor de alguien y no podía hacer eso”. Sin embargo, se deslizó al instante el rumor de que, durante el largo receso que se produjo después del escrutinio, los principales líderes de su tendencia, Eduardo Stormy Reynoso Sicard, Ligia Leroux de Ramírez, Iván Amílkar Rondón Sánchez y el dirigente sindical Luis Manuel Caraballo, acordaron negociar con el sector guzmancista la candidatura vicepresidencial y diversos cargos electivos.

El incesante susurro afectó la asamblea a la 1:30 de la madrugada del lunes 28, originando confusión, inquietud y enojo entre los parciales del doctor Jorge Blanco, que se levantó del asiento que ocupaba en la mesa de honor al lado de Guzmán y se desplazó hasta el pódium, donde tomó el micrófono para criticar con energía la neutralidad de Majluta, al tiempo que hizo suya la célebre frase del general Cambronne, a la que añadió en tono desafiante: “Si hay que caer caeré al frente de ustedes… no habrá nada ni nadie que nos pueda detener”.

El precandidato presidencial comparó su causa política con la del conquistador español Francisco Pizarro González cuando su empresa colonizadora estuvo a punto de zozobrar en 1527 en la isla del Gallo, antes de arribar a Perú debido al hambre y otras calamidades que afectaron a sus hombres; y emulando el comportamiento de ese personaje de la historia, apuntó con su dedo índice hacia el suelo, hizo la señal de la cruz y advirtió con cierto histrionismo que los perredeístas estaban en la disyuntiva de tomar el camino de la claudicación y el abajismo, o de cruzar la raya de Pizarro y seguir el iluminado sendero de la toma del poder para lograr el pleno bienestar del pueblo dominicano.

El destacado jurista santiagués conminó a los delegados a “escoger con el sano juicio que precisan las circunstancias dominicanas a quien haya recibido el mayor apoyo popular” y agregó: “Aquí no se está planteando mi causa…Aquí la causa que se está planteando es la causa de la vigencia de las libertades y un momento estelar del PRD” donde “se debe comprender que tenemos que sentar las bases para la democracia”.

Indicó que era necesario que su partido se adhiriera a su tesis de “régimen de transición” si quería “seguir siendo en el futuro el instrumento capaz de alcanzar horizontes democráticos más amplios y prometedores para la República”. “No podemos dejarnos llevar por los sueños; hay que tener los dos pies puestos sobre la tierra”,

Dijo que un régimen de transición quería decir no reelección de un gobernante en períodos consecutivos; transmisión pacífica del poder para asegurar la continuidad del Estado por encima de los propios mandatarios; apoliticidad y profesionalización de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, y creación de un tribunal constitucional que fuese garantía de las libertades públicas.

Destacó que un régimen de transición también significaba “la necesaria e impostergable independencia del Poder Judicial, con sus atributos esenciales en la capacitación, retribución, inamovilidad, responsabilidad y retiro de los miembros de la Judicatura”.

Popularidad de los precandidatos

Desde el inicio de la precampaña electoral perredeísta se advertía que Guzmán tenía amplia ventaja sobre cualquier otro aspirante presidencial, ya que su figura política se venía proyectando desde 1965, cuando su nombre fue barajado para presidir el gobierno provisional que surgió de los acuerdos de paz firmados por los sectores en pugna y se había consolidado en los comicios de 1966, al ser escogido como compañero de boleta del profesor Juan Bosch. Aparte de su rol como candidato del Acuerdo de Santiago en 1974.

El estratega y coordinador nacional del proyecto presidencial guzmancista era Vicente Sánchez Baret, director nacional de Organización del PRD y uno de los dirigentes de mayor credibilidad e influencia en las bases de la entidad, donde era admirado por su sencillez, mesura y sociabilidad, así como por su capacidad política y eficacia en la supervisión del desarrollo pleno de las actividades programadas.

Llevaba a cabo su estrategia de trabajo asistido regularmente por sus hermanos Lorenzo y Sofía Leonor Sánchez Baret, y apoyado en un equipo de altos dirigentes compuesto por don Secundino Gil Morales, Rafael Correa Rogers y Carlos Bartolomé Lalane Martínez, en la región este; Abraham Bautista Alcántara, José Rodríguez Soldevilla, Juan López, Néstor Matos Herasme, Vicente Arsenio Castillo Peña, Noel Suberví Espinosa, Bartolomé Moquete Andino y José Loweski Paulino Cabral (Quiquín), en la región sur.

También por Milton Ray Guevara, Sonia Guzmán de Hernández, Getulio Santos Liranzo, Marcos Martínez, Mario Fernández Muñoz, José Amado Camilo Fernández, Guillermo -Nene- Rivera Núñez y Rosa Julia de la Cruz (Boba), en el Cibao; y por Pedro Antonio Franco Badía en la capital, auxiliado por los líderes zonales Dolores -Chiqui- González, Julio Marte y don Simeón Doñé Pereyra, en los barrios de Villa Consuelo y Villa Juana; Rafael Sarante y Francisco García Arias, en los ensanches Kennedy y La Fe; Alcides Mercedes, José Felipe Rivera y Vicente Moreta Carrasco, en Villa Francisca y San Carlos; Germán Reinoso, Antonio Ruiz y Juan de Jesús Pérez, en Villa Duarte; Tomás Rosario, Pura Castillo, Héctor Florentino Alberto Almonte (Tabaquito) y Ramón -Chino- Pichardo, en Los Mina; Juan Jiménez, en Villas Agrícolas; Julio González Guevara, en Cristo Rey; Fernando Urbáez Brazobán, Apolinar -Polín- Rojas y Primitivo Maldonado, en los barrios de Guachupita y Mejoramiento Social; Esmeraldo Collado, en Cristo Rey; Angel Rossi, Juan Mañón y Pedro Suárez, en los barrios Capotillo y Simón Bolívar; Francisco Peña, Frida Martínez de Espinal y el profesor Juan Pillier, en los ensanches Quisqueya y Altagracia; Felipa Gómez, en el sector de Herrera;  Renán Alcántara, en Los Alcarrizos; Ing. Jesús María Martínez, en Guerra; Sinencio Castillo, en San Luis; Leocadio Guzmán y Emilio Rodríguez (Papito Mazara), en La Victoria; Zacarías Torres, en Guanuma; Cristóbal Campusano y Máximo Acevedo (Macorís) en Las Caobas; Virgilio Sosa Morfa, en Pedro Brand; Dionis Buret y Fausto Antonio Trinidad, en La Cuaba, Km.22 Autopista Duarte y Juan Robles, en Mendoza.

En favor de este proyecto incidían los 16 años ininterrumpidos de Guzmán haciendo labores políticas al lado de los dirigentes de su partido en cada municipio y zona del país, y precisamente ese factor constituía el principal valladar que confrontaba Jorge Blanco para plasmar sus objetivos, ya que en los debates sobre las bondades de los precandidatos que se escenificaban en los organismos intermedios y de base del partido, se aludía a su inactividad política desde diciembre de 1973 (luego de la renuncia de Juan Bosch a la presidencia del PRD) hasta el 1ro. de noviembre de 1976, cuando fue reincorporado a la dirección perredeísta por recomendación de Hatuey De Camps.

Por demás, Jorge Blanco era reconocido y admirado por su prestigio profesional, por su incansable defensa de los presos políticos, por su perfil de civilista de gran rectitud y por sus aportes a la democracia y a constitucionalidad, en su calidad de miembro del gabinete del coronel Francisco Caamaño durante la guerra de abril de 1965.

Por eso, alrededor de su figura, se pudo constituir un equipo encabezado por Hatuey De Camps, donde figuraban personas emprendedoras que influyeron de manera determinante en el avance de ese proyecto. Entre ellas estaban,Virgilio Mainardi Reyna, Yocasta Prandy, Octavio Cabrera hijo, el farmacéutico Germán Polanco, Manuel de Jesús Reyes Martínez (Don Gungo), Rafael Ángeles Suárez, César Augusto Roque Taveras, Barón Suero Cedeño, Francisco (Pacho) Saviñón Trujillo, Fulgencio Bolívar Espinal, Alejandrina García, Juan Medina Vásquez, Luciano Ambiorix Díaz Estrella, José Ovalle Polanco, Rafael Valera Benítez, Félix Nicolás Sánchez Ciprián, José María Díaz (Tilía), Nicolás Acosta, Félix Marmolejos Frica, Luis Santiago Bautista García, José del Carmen Marcano de los Santos, José Michelén Stefan, Salvador Marra Montes de Oca, Darío de Jesús, Aníbal López Vargas, Rodolfo de la Cruz, Juan José Encarnación Soto, Manuel de Ovín Filpo, Chuchú Valera Benítez, Pedro Russo, Toñito Flaquer, Joaquín Hernández, Antonio J. Alma, José A. Castillo, Gengo Vargas, Tonty Rutinel Domínguez, entre otros.

A ese proyecto le favoreció bastante el planteamiento público que hizo antes de la convención el doctor Peña Gómez, propugnando por un acuerdo entre los precandidatos que garantizara la inclusión de Jorge Blanco en la boleta perredeísta, tomando en cuenta su popularidad en amplios segmentos de la población no vinculados al quehacer político partidista que lo consideraban el candidato natural para enfrentar al presidente Balaguer en las elecciones de 1978.

Igualmente, una encuesta pagada por el industrial Carlos Pérez Ricart, realizada por el Instituto Dominicano de Publicidad y Mercadotecnia (INPUMER), que dirigía el sociólogo José Cabrera -Dorín- que aseguraba que ganaría la convención con 56% en el Distrito Nacional y San Cristóbal, 42 % en la zona norte y 47 % en la región sur.

También, las declaraciones públicas sustentando esa posición emitidas por el exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, doctor Jottin Cury Elías; el dirigente político y abogado, doctor Mario Read Vittini; el novelista y Premio Nacional de Literatura, Manuel Mora Serrano; el doctor Ramón Antonio Veras (Negro), el doctor Joselín Rodríguez Conde, el sociólogo Emmanuel Castillo, el señor Rafael Estrada Santamaría y el doctor Marino Vinicio Castillo Rodríguez (Vincho), quien llegó a proponer además, un “Pacto sin precedentes” entre Jorge Blanco y Balaguer que garantizara la alternabilidad en el poder.

 Triunfadores de la convención

Don Antonio Guzmán obtuvo un triunfo incuestionable sobre su oponente Salvador Jorge Blanco, al computar 231 votos contra 176 en la consulta interna de su partido que culminó a las 4:55 de la madrugada del lunes 28, luego de que se contabilizaron los 417 sufragios emitidos, de los cuales hubo 14 nulos; y tras ser declarado oficialmente ganador, presentó a la consideración de la novena convención, los nombres de Jacobo Majluta y José Rodríguez Soldevilla para que se eligiera entre ellos al candidato vicepresidencial; recibiendo el primero el voto unánime de los delegados, luego de que declinara a su favor el conocido médico natural de Las Matas de Farfán.

La asamblea también refrendó un pacto firmado entre los precandidatos a la presidencia de la República mediante el cual al doctor Jorge Blanco le correspondía la presidencia del partido y una buena cuota de puestos en sus principales organismos; así como cargos electivos a senadores, diputados y alcaldes.

Cristalizar ese acuerdo conllevó una ardua tarea iniciada el 13 de diciembre de 1977 con la integración al comité ejecutivo nacional de varios de los seguidores del nuevo presidente del partido y la escogencia de nuevos directores departamentales. A saber, Juan Winston Arnaud Guzmán, de la Juventud; Ivelisse Prats-Ramírez Martínez de Pérez, de Educación y Cultura; Tony Raful Tejada, de Prensa y Propaganda; Sofía Leonor Sánchez Baret, de Asuntos Femeninos; José Rafael Molina Ureña, de Asuntos Electorales; Emilio Ludovino Fernández, de Relaciones Internacionales; Leopoldo Espaillat Nanita, de Asuntos Técnicos y Radhamés Rodríguez Gómez, de Asuntos Legales.

Además, Stormy Reynoso Sicard, de Asuntos Agrarios; María Ofelia Cáceres, de Asistencia Social; Felipe Pimentel, de Equipos y Transporte; Luis Manuel Caraballo. de Asuntos Sindicales; Germán A. Polanco, de Finanzas; Américo Lora Camacho, de Relaciones Públicas y Protocolo.

También se escogieron nuevos miembros de la comisión consultiva; entre ellos, Francisco A. Campos Villalón, Federico de la Cruz y Plinio Antonio Vargas Matos, y el exprecandidato presidencial Marcio Mejía-Ricart fue nombrado delegado nacional al comité ejecutivo, con derecho a voz en sus reuniones.

Finalmente, el sábado 18 de febrero de 1978, durante una reunión que efectuó dicho organismo en la casa nacional de la avenida Bolívar casi esquina Doctor Delgado, se anunció la nominación de los doctores Jorge Blanco y Franco Badía a la senaduría y la sindicatura del Distrito Nacional y la escogencia de una plancha de aspirantes a diputados que tenía como figuras principales a la profesora Ivelisse Prats, al industrial Pérez Ricart, a Abraham Bautista Alcántara, Hatuey De Camps, Leonor Sánchez Baret, Luis Manuel Caraballo y Dolores -Chiqui- González.

Con esta última disposición se procuraba sacar provecho a la alta popularidad adquirida por el futuro senador de la capital y crear un ambiente de cordialidad perdurable dentro de la familia perredeísta que le permitiera marchar unida hacia la victoria en las elecciones del 16 de mayo.

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