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El gremio turístico de mi país, pequeño pero constante, mantiene consecuentemente una metamorfosis para sopesar los amplios márgenes de inflación y distorsiones de la economía actual venezolana. Aun así, y a pesar de vivir otros males que nos aquejan a diario, estoy convencido que somos una industria negada a morir en medio de esta crisis. Crisis que sin lugar a duda nace desde nuestro ser, ya que queramos o no, debemos dejar de ser parte del problema, para empezar a ser parte de la solución.
Los nuevos emprendimientos, propuestas novedosas siguen apareciendo y sorprendiendo a muchos ¡Ojo! Teniendo claro que los índices de ocupación en las últimas temporadas han sido dramáticamente inferiores al histórico y este 2017, es probable que arroje números no tan alentadores. Pero, con más gracia que desgracia, prefiero enfocar la atención de usted, apreciado lector, en entender parte de la realidad de nuestros problemas.
Somos una industria negada a morir en medio de esta crisis.
Apelando en principio a nuestra característica solidaridad, es visible como los últimos 18 años han hecho mella de nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser y sobre todo nuestra actitud frente al prójimo. Cada vez es más común ver la desidia y el hambre actuando en cualquier esquina, buscando sobras para saciar su necesidad.
Pienso, y he comentado en ediciones anteriores, que precisamente son estos momentos los que deben hacernos grandes. Entender en dónde estamos y a qué nos enfrentamos. Entender que aunque se vislumbre una desigualdad propia de la lucha entre David y Goliat, somos nosotros los que debemos asumir, demostrar y sobre todo actuar, a fin de demostrar que no somos parte de este modelo. En resumen, ser coherentes. La falta de sensibilidad, la falta de educación, la viveza y el “patabolismo” generalizado nos sumerge a todos en el mismo saco de la decidía.
Debemos dejar de ser parte del problema, para empezar a ser parte de la solución.
Desde el punto de vista de nuestro sector, también veo con detenimiento como algunos profesionales consideran que nuestro principal problema es la falta de turistas internacionales y apelan a mega-planes a corto y mediano plazo elevando, en teoría, la cifra a millones de visitas internacionales colmando nuestros atractivos año tras año. No desestimo la estrategia, tampoco estoy reacio a que eventualmente esto ocurra, lo que me parece totalmente fuera de contexto es dejar de lado la larga lista de problemas que enfrenta al sector turístico nacional el cual, contra todo pronóstico, hoy día lucha sin cesar para no cerrar sus puertas.
Algunos me tildan de ser guerrilla en mis propuestas, con toda la validez del mundo ¿Quién a esta altura es dueño de la verdad? Pero, sí creo conveniente empezar a demostrar que somos la antítesis de lo que no nos gusta, lo que nos desagrada y lo que al final del día nos mete a todos los venezolanos en el mismo saco.
¿Entonces qué hacer? Cambie su forma de ver las cosas, cambie su forma de hacer las cosas y retome las cosas que ha dejado de hacer. A mis compañeros de trabajo y a los estudiantes, siempre les digo que si no están dispuestos a servir, ayudar y resolver problemas, que busquen otra opción de ganarse la vida. Si llegan o entran a algún sitio sin dar los buenos días o ceder un asiento a quien corresponda, no merecen representar a esta industria.
Mientras no seamos capaces de superar esos paradigmas y esquemas impuestos por quienes hoy gobiernan, no recibiremos esa avalancha de turistas internacionales esperados
Por otra parte, la recuperación y manteniendo de espacios, incluso la seguridad, depende de nosotros. Con esto no pretendo apoyar tomar la ley en nuestras manos, me refiero a ser prudente, respetar las normas, tomar previsiones y denunciar ante las autoridades cualquier eventualidad. Tenemos que ser parte activa de nuestro entorno, debemos ser los garantes de su buen cuido y disfrute de nuestros atractivos. Debemos ser quienes queremos ser, debemos ser como nos queremos ver. En definitiva, debemos en primer lugar creérnoslo. Mientras no seamos capaces de superar esos paradigmas y esquemas impuestos por quienes hoy gobiernan, no recibiremos esa avalancha de turistas internacionales esperados.
En conclusión, mis palabras no intentan ser un llamado sectorizado, sino más bien amplio, tan amplio como la visión que tenemos de lo que queremos y las acciones que hacemos para que suceda. Cada quien desde su esquina, tiene la tarea de cambiar su realidad. Apartemos a un lado los diagnósticos y cuentos de camino que por años nos han acompañado y no han dejado mayores resultados ¡Es el momento de cambiar nuestro futuro!
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