El próximo 11 de septiembre se cumplirán 60 años de la primera visita al país de Mario Moreno “Cantinflas”, invitado por el gobierno de Juan Bosch para participar en una función benéfica de ayuda a los leprosos y en varias actividades artísticas y sociales relacionadas con esa causa, efectuadas en las ciudades de Santo Domingo y Santiago de los Caballeros.
El renombrado artista mexicano arribó al Aeropuerto Internacional de Punta Caucedo -aquel día miércoles, a las 7:40 de la noche- en su avión privado “Súper Convair 777”, cuyo número obligaba a recordar al policía honesto de la película “El gendarme desconocido” (de 1941), que reaparecería más tarde en otro filme de similar calidad y éxito, llamado “El bombero atómico”, realizado en 1950.
El distinguido humorista vino acompañado de 18 personas, entre las cuales figuraban los integrantes del Dueto Fontana, el Trío Los Duques, el actor cómico Alberto Catalá, la bolerista Antonia Rodríguez, el animador de televisión Germán Figueredo, el torero Benjamín Esqueda y los banderilleros Ignacio Valencia y José Martínez, quienes al entrar al área de recibimiento fueron animados por el Mariachi Dominicano dirigido por Manolín Collado.
Este grupo musical dedicó varias piezas mexicanas al visitante, quien emocionado ante esa muestra de admiración y simpatía, improvisó algunas palabras refiriéndose a la excelente musicalidad del conjunto criollo y a la alegría que le embargaba porque en ese momento inolvidable parecía que no se había alejado de su patria, ya que estaba sintiendo “una de las emociones más grandes de mi vida”, por la recepción impresionante brindada por tantos admiradores aglutinados en el mirador del viejo aeropuerto y las finas atenciones brindadas por sus anfitriones, los ministros de Obras Públicas y de Recuperación de Bienes, ingeniero Luis del Rosario Ceballos y el empresario radial José Antonio Brea Peña.
Aquellas personas lo acompañarían en la marcha hacia Santo Domingo en una caravana que se desplazó por la avenida de Las Américas y que fue vitoreada durante más de una hora por millares de personas que salieron de sus hogares y se colocaron a ambos lados de esa vía para verlo pasar y saludarle, en una espontánea expresión de júbilo y apoyo al artista que había llegado a la República Dominicana después de una larga espera.
Su presencia en el país concitó mucho entusiasmo, ya que Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes le había dado vida al personaje de Cantinflas, convirtiéndolo en el artista más trascendente de México y “el mejor comediante del mundo”, como lo calificó el famoso actor inglés Charles Chaplin.
Unas 70 mil personas se movilizaron aquella noche junto a él por la autopista de Las Américas y varias calles de la capital, hasta llevarlo al hotel Embajador -su lugar de hospedaje-, donde lograría un buen descanso para reanudar al día siguiente el ajetreo antes de la función benéfica de la Feria Ganadera.
Así, durante la tarde del jueves 12 de septiembre, en compañía del ministro Brea Peña, el destacado visitante giró una visita de cortesía a la residencia del presidente de la República, profesor Bosch, ubicada en la urbanización Bella Vista del Distrito Nacional, donde le esperaba la primera dama, doña Carmen Quidiello y los sobrinos del jefe de Estado, los jóvenes Virgilio y Fernando Ortiz Bosch, quienes tras un reverente saludo lo introdujeron en la oficina del primer mandatario, quien lo recibió -junto a varios de sus ministros- con un efusivo apretón de manos.
Allí conversaron durante un buen rato en torno al estado de ánimo del artista, quien le dijo al Presidente que había pensado que Santo Domingo tenía un clima mucho más cálido, pero se había percatado que era bastante agradable y se sentía muy bien con el cordial y majestuoso recibimiento de que había sido objeto a su entrada a la capital dominicana, fruto de la solidaridad del pueblo dominicano.
De su lado, Bosch le hizo saber su admiración diciéndole que había vivido “ratos verdaderamente inolvidables”, viendo y disfrutando sus películas.
Cantinflas en la Feria Ganadera
Esa misma noche se produjo el grandioso evento de la Feria Ganadera a beneficio de los leprosos del país, con la asistencia de unas seis mil personas que tenían ganas de conocer al gran artista mexicano desde mucho tiempo atrás y -¡por fin!- se había presentado la oportunidad de verlo allí como protagonista del evento. Entre los asistentes figuró el presidente Bosch y su esposa; el vicepresidente de la República, doctor Segundo Armando González Tamayo y altos funcionarios civiles y militares.
A las 8:40 de la noche Cantinflas se acercó al lugar donde se encontraba el primer mandatario a quien saludó afectuosamente y éste le devolvió el saludo con una franca y ancha sonrisa, en un gesto de indudable amistad y aprecio reciprocado por el artista con el obsequio del capote de torero que llevaba puesto. Y enseguida se inició el acto formal con la interpretación del himno nacional y la presentación de los artistas (mexicanos y criollos) Dasia González, Alberto Catalá, Dueto Fontana, Trío Los Duques, Antonieta Prado, Fernando Casado, Sara Echavarría, Yvette Pereyra y Niní Cáffaro.
Luego -tal como se esperaba- la noche se impregnó de alegría con la presentación de Cantinflas con su uniforme de torero, acompañado de los diestros lidiadores mexicanos Benjamín López Esqueda y Tomás Abaroa, para ofrecer una clara demostración de que podía exhibir en el mundo real el manejo y dominio de un fuerte novillo, igual que lo hiciera en el mundo fantástico del cine, en su conocida película “Ni sangre ni arena”, de 1941.
Cantinflas exhibió esta noche mucha sagacidad en su estilo cómico y agradable de torear, logrando que los espectadores gozaran en demasía viéndolo atareado en la arena, esquivando la embestida del animal a ritmo de merengue, de tirada de rabo y suaves estocadas, y de banderillas clavadas sin intenciones de tortura o de muerte.
Y aparte de torear y divertir a la gente con su bufeo y meneo cómico inimitable, el gran actor mexicano participó en un acto solemne que distrajo durante veinte minutos al público concentrado en el espectáculo taurino, cuando el jefe de la Policía Nacional, general de brigada Belisario Peguero Guerrero le impuso en su pecho la placa No. 777, en señal simbólica de que la institución del orden público lo consideraba uno de sus miembros.
De esa manera, se hizo cumplir un decreto del presidente Bosch que le designó el rango de “Raso Honorifico”, tras valorar su devoción por los asuntos policiales expuesta en su sobresaliente interpretación del agente policial integro que cumplía con su deber social en la citada película “El gendarme desconocido”.
La actuación de Cantinflas en la Feria Ganadera fue insuperable, dado que llenó la expectativa del público que ansiaba verlo en carne y hueso desde que saltó a la fama en 1940 en la película “Ahí está el detalle”.
Su presencia en el país había sido una feliz iniciativa del gobierno de Bosch, que estimando su vocación filantrópica se le acercó en julio de 1963, a través del embajador dominicano en México, doctor Moisés de Soto, para pedir su colaboración con la realización de una función benéfica de ayuda a los leprosos de Santo Domingo. Este acogió esa solicitud y recomendó a su apoderado, el empresario Héctor García Vargas, que pospusiera algunas presentaciones artísticas que tenía en Venezuela, Perú, Ecuador, Centroamérica y España.
Por esa razón, el referido hombre de negocios calificó como “un caso muy raro esta visita de Cantinflas al país” y su “interés en venir a Santo Domingo”, tal vez recordando que el actor se había negado a actuar en la República Dominicana durante la oprobiosa era de Trujillo, pese a que sobraban las ofertas de buenos contratos de parte del propietario de la empresa televisora “La Voz Dominicana”, general Petán Trujillo, hermano del dictador dominicano, quien llegó a enviarle un cheque en blanco, firmado y sellado, para que él anotara la suma que deseara; siendo éste devuelto sin vacilación, aunque recomendándole al reconocido general que destinara “ese dinero a las personas que están muriendo de hambre en su país”.
Otras actividades de Cantinflas en el país
Luego de la actuación de Cantinflas en la Feria Ganadera, hubo otras dos funciones en el Estadio Cibao de Santiago y en el Estadio Quisqueya de la capital, a casa llena, como parte del programa de la lucha contra la lepra, que para esa época era un tema de salud en la República Dominicana, porque había una gran cantidad de leprosos internos en el leprocomio establecido en la sección de Nigua, San Cristóbal.
Una crónica periodística hecha el 20 de julio de 1963 por el periodista Rafael Molina Morillo decía que, además de los enfermos, estaban residiendo allí unos 22 niños sanos, sin que hubiese una iniciativa de los funcionarios del lugar para evitar que fuesen contagiados por los pacientes infectados que compartían con ellos las camas y el estado de promiscuidad existente.
El gobierno de Bosch fue el primero en decidir enfrentar con seriedad aquella situación, dándole calor a la creación del Patronato de Lucha Contra la Lepra, que se estableció el 11 septiembre, en la calle Cayetano Rodríguez No. 41 de la capital, orientado por el doctor Huberto Bogaert Díaz y con una directiva presidida por la señora Carolina Hernández Estévez, e integrada por las damas Carmen de Alfau, Angeliquín de Pimentel Imbert, Rosa de Herrera, Millín de Taveras, Carmen de Marranzini, Ángela de Ortiz, Carolina de Bogaert, Marina de Flaquer y Carmen Idalia Grullón.
La meta de ese Patronato era mejorar la vida de los internos en el Leprocomio y trabajar con tesón por la creación de un moderno centro dermatológico para lidiar con todas las enfermedades de la piel en una época de poco desarrollo en esa área de la medicina. Y fue gracias a ese esfuerzo que nacería tiempo más tarde -el 3 de febrero de 1966- el Instituto Dermatológico Dominicano, que hoy lleva el nombre del doctor Bogaert.
Sin duda que la visita de Cantinflas aquel 11 de septiembre de 1963 estimuló la lucha contra la lepra, y fue -por otro lado- una especie de sedante en un ambiente caldeado por las pasiones políticas, aunque no pudo detener la conspiración en los cuarteles que se venía gestando entonces para derrocar al gobierno de Bosch.
Durante su estancia en la República Dominicana el actor y cómico mexicano recibió varios homenajes y reconocimientos; siendo nombrado “Miembro de Honor” por el Senado de la República, quien le expresó un voto de agradecimiento por su humanitaria decisión de entregar a los propulsores de la campaña contra la lepra, el capital derivado de sus presentaciones artísticas.
Ese organismo también aprobó el proyecto de ley que le envió el presidente Bosch, por medio del cual se designó con el nombre de Mario Moreno al hogar infantil destinado al albergue de niños desamparados en la sección de Nigua del municipio de San Cristóbal.
En este proyecto el jefe del Estado expresaba que “la visita al país del genial cómico mexicano Mario Moreno (Cantinflas) para actuar en un festival benéfico era ocasión propicia para rendir cálido tributo de admiración y homenaje a quien no sólo prodiga, a manos llenas, su arte extraordinario para deleite del público que lo aplaude y lo admira sino que destina gran parte de sus beneficios a obras de bien social especialmente a favor de la niñez desvalida”.
Igualmente el actor fue distinguido por el ayuntamiento del Distrito Nacional que le designó como “Huésped de Honor” y le entregó las llaves simbólicas de la ciudad, en un acto celebrado el viernes 13 de septiembre en el salón de actos del cabildo, presidido por el presidente de la sala capitular, J. Nicanor Pichardo y el síndico doctor Manuel de Jesús Reyes Martínez (don Gungo).
Uno de los actos más hermosos en que participó el artista mexicano, se efectuó el 14 de septiembre en la sede del Cuerpo de Bomberos Civiles de Santo Domingo, donde se le otorgó el rango de Capitán Honorario y donde dijo -al recibir el galardón- que “el honor más grande que he recibido en la República Dominicana es ese, ya que en el alma llevo el sentir de los bomberos, porque en mi país pertenezco a las filas de aquellos que lo arriesgan todo a cambio de nada”.
En ese acto, el coronel José N. Shotborgh, jefe del cuerpo de Bomberos Civiles, expresó que la oficialidad de esa entidad consideraba que por sus méritos Cantinflas era digno de pertenecer a la institución; mientras que el médico siquiatra José Ramón Báez Acosta, quien ostentaba el rango de teniente coronel y era subjefe de esa institución, dijo que era un orgullo para ellos “tener en su seno a la figura destacada de Mario Moreno, en cuya personalidad había una combinación ingeniosa de actor y altruista”.
Mario Moreno dijo que se sentía verdaderamente emocionado con la designación de que había sido objeto y exhortó al pueblo dominicano a que honrara al digno cuerpo con su simpatía y admiración, y en un arranque de emoción saludó a todos los oficiales presentes con un cariñoso apretón de manos, y allí mismo firmó varios autógrafos tanto a los bomberos como a centenares de personas que se acercaron a presenciar el acto. El actor azteca abandonó tierra quisqueyana el 18 de septiembre manifestando tristeza por tener que partir de este país. Aseguró que volvería pronto a Santo Domingo, aunque por sus múltiples compromisos le sería imposible ofrecernos otra maravillosa temporada de humor y alegría; pero siguió unido, sin embargo, al desarrollo del pueblo dominicano, colaborando con sus instituciones benéficas sin fines de lucro, como lo hizo en el año 1974, participando en una reunión del Instituto Dominicano de Cardiología, presidido por el eminente médico doctor Héctor Mateo. Eso fue el 23 de enero, día en que por instrucciones del presidente Joaquín Balaguer, la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, dirigida por el canciller Víctor Gómez Bergés, le impuso la condecoración de la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero.