Generalmente, él es Al Gore, ganador del premio Nobel de la paz o activista ambiental. El martes, él fue Al Gore, el de las moralejas.
El ex vicepresidente y casi presidente se presentó como la encarnación de una advertencia para los demócratas confiados o desconectados, durante un evento con Hillary Clinton en el sur de Florida. Con la candidata presidencial demócrata escuchando en el entablillado, Gore dijo al público joven, muchos de los cuales eran niños cuando él perdió la elección por la Casa Blanca por un estrechísimo margen, que las elecciones pueden ser reñidas, muy reñidas.
“Tu voto, de veras, de veras, de veras importa”, dijo Gore. “Pueden considerarme prueba viva de ello”.
La gente le gritaba: “¡Tú ganaste!”. Fue una referencia al triunfo de Gore en el conteo de votos populares en la elección presidencial del 2000, por margen de unos 540.000 votos, pero que al final perdió ante George W. Bush.
El momento fue utilizado para hablar sobre el compromiso de Clinton para luchar contra el cambio climático. Clinton espera que el asunto le ayude a ganar los votos de los jóvenes que tienen el tema como prioridad pero que no han acogido sus propuestas.
Clinton de desató en halagos hacia el trabajo de activismo de Gore y prometió pedir su asesoría si llega a ser presidenta.
“No aguanto las ganas de tener a Al Gore asesorándome cuando sea presidenta de los Estados Unidos”, dijo.
Pero Gore apenas puede ir a Florida, cuna de las polémicas papeletas perforadas, sin hablar sobre el fantasma de su vida pasada como político.
Tras el recuento de votos del 2000 y la decisión asombrosa de la Corte Suprema, Gore perdió la contienda de Florida por solo 537 votos. Los resultados enviaron a Bush a la Casa Blanca y a Gore a años de exilio político voluntario.
Muchos demócratas todavía creen que la contienda les fue arrebatda con una combinación de factores, como la corte de tendencia conservadora, funcionarios estatales parciales y más de 97.000 votos emitidos para el candidato del Partido Verde, Ralph Nader.
Dados los niveles sin precedentes de desaprobación para Clinton y su rival republicano, Donald Trump, la amenaza de un candidato de un tercer partido que arruine sus planes de nuevo es latente. Durante semanas, el equipo de Clinton ha estado tratando de reducir la gran cantidad de apoyo que tienen la candidata del Partido Verde Jill Stein y el nominado por el Partido Libertario Gary Johnson. Han tratado de presentar un mensaje positivo, ofrecer contrastes claros en cuanto a política, suavizar la imagen de Clinton y, recientemente, asustar a los votantes por la posibilidad de una contienda reñida.
Gore advirtió a la audiencia que “las elecciones tienen consecuencias. Su voto tiene consecuencias… No quiero que en unos años reciban a Hillary Clinton y le griten que ella fue la que en verdad ganó”.