A fines del año 1969 viajó a París el sacerdote católico Francisco Sicard Pérez, convidado por el expresidente de la República, profesor Juan Emilio Bosch y Gaviño, para explicarle de manera personal su recién concluida tesis de la “Dictadura con Respaldo Popular”, escrita durante su larga estancia en España para que fuese la nueva plataforma programática del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), si así lo decidía su sexta convención nacional convocada para el sábado 28 de febrero de 1970.
Esta cita evidenciaba la excelente relación personal que sostenía el líder político con este religioso que se había destacado en toda la década de 1960 por sus ideas progresistas desde su función ministerial en templos católicos del municipio de Bonao y el distrito municipal de La Mata, municipio de Cotuí.
A su llegada a la capital francesa, Sicard fue instalado en un hotel, propiedad de la francesa Huguette Lefrère, esposa de Máximo Antonio López Molina, fundador y expresidente del Movimiento Popular Dominicano (MPD). Era el “Hotel du Danube”, entonces frecuentado por muchos dominicanos y donde estaban hospedados de modo temporal el profesor Bosch y su esposa Carmen Quidiello, quienes residieron casi cuatro años en la turística ciudad de Benidorm.
Allí el estadista y escritor recibía a los huéspedes que citaba para dialogar en torno a su novedosa tesis política y sobre los cambios requeridos por la sociedad dominicana; siendo este religioso su invitado especial, posiblemente debido a que fue el único sacerdote en servicio pastoral que respaldó su esfuerzo por alcanzar el poder en diciembre de 1962, cuando sorteó la campaña negativa desatada por otros curas que lo tildaban de marxista-leninista, tratando de socavar la fortaleza de su proyecto electoral.
Esta relación aparentemente fraterna comenzó a forjarse en la primera semana de noviembre de ese año, en el transcurso de la visita que el candidato presidencial le hizo al sacerdote en la casa curial de la iglesia de Bonao, para proponerle que fuera su compañero de boleta. Este ofrecimiento no llegó a materializarse por no atreverse a desafiar a sus superiores.
El compañerismo entre ambos estaba animado por su recíproca procedencia vegana y su identidad de propósitos en pro del establecimiento de un nuevo orden económico y social para el mundo que redujera las distancias sociales y posibilitara la ejecución en el país de una verdadera reforma agraria para reivindicar a los trabajadores del campo y los campesinos sin tierra.
La admiración del líder político por el destacado religioso se incrementó en octubre de 1968 al transcender en los medios informativos las innumerables obras que éste realizaba en Villa La Mata de Cotuí, comenzando por la transformación de la destartalada casucha que servía de morada a la casa curial de la iglesia en un gran edificio de blocks y hormigón armado, con dispensario médico, escuela de economía, liceo secundario, instituto de mecanografía y otros servicios gratuitos para favorecer a la gente más humilde.
Esa obra había sido ejecutada sin ayuda oficial a un costo de 45 mil pesos (dólares), conseguidos mediante la realización de diversos espectáculos artísticos respaldados por la Asociación de Músicos, Cantantes y Bailarines (AMUCABA) que dirigía el doctor Luis Almanzor González Canahuate y a través de los aportes económicos tanto de los fieles de la parroquia como de personas de todas las edades y distintas ocupaciones de aquella desamparada comunidad rural.
La relación política entre el expresidente y el sacerdote quedó bien fortalecida en abril de 1969, luego de que este último manifestara en charla ofrecida a decenas de jóvenes del Cibao que la “Dictadura con Respaldo Popular” se podía igualar con la que ejercía un padre de familia en provecho de toda su parentela; por lo cual, era beneficiosa para el país y los pueblos latinoamericanos.
Ese criterio se fundamentaba en que dicha tesis contenía algunos puntos del programa de gobierno implementado por Bosch en 1963 que chocaban con intereses de sectores oligárquicos y en la creencia de que éste jamás escribiría nada contrario a las demandas reivindicativas de los pobres, puesto que sus obras políticas y literarias estaban inspiradas en la vida real y las desigualdades sociales.
Sin embargo, su respaldo vehemente a la plataforma programática boschista trastornaba los ánimos de figuras conservadoras del perredeísmo que con cierta ojeriza -aunque de manera soterrada- cuestionaban su utilidad política, alegando que su naturaleza autoritaria contrariaba los fundamentos democráticos del partido y la carta magna de 1963 que había sido defendida a sangre y fuego durante la guerra de abril de 1965.
La objeción a la tesis incluía al senador Pablo Rafael Casimiro Castro y al doctor Washington Aníbal de Peña Rincón, que la cuestionaban por los medios de comunicación; así como a otros miembros del comité ejecutivo nacional del PRD que exponían sus críticas dentro de los organismos de la entidad, con respeto y muestra de afecto por su autor. Entre ellos estaban los doctores Pedro Antonio Franco Badía, Luciano Ambiorix Díaz Estrella, Mario García Alvarado y Sebastián Aridio García de León, entonces calificados de incondicionales del secretario general, doctor José Francisco Peña Gómez.
La iglesia suspende al carismático sacerdote
La politización del ministerio sacerdotal fue la razón invocada por la cancillería del Obispado de La Vega para suspender en sus funciones de párroco de la iglesia de La Mata de Cotuí al padre Sicard en junio de 1969, causando hondo pesar en la feligresía católica y en gran parte de la sociedad que manifestaba sentida admiración por este carismático religioso que había dedicado su vida a luchar por el bienestar de los pueblos del Cibao.
La drástica disposición fue originada por sus compromisos “políticos partidistas”, según explicó el sacerdote Nicolás de Jesús López Rodríguez, canciller-secretario del Obispado, en declaraciones ofrecidas a los periodistas del diario vespertino El Nacional, Bolívar Díaz Gómez y José Reynoso Gómez, publicadas el 10 de noviembre de 1969.
El futuro cardenal negó que esa decisión obedeciera a su prédica en favor de cambios sociales, porque la diócesis vegana se limitó sólo a juzgar sus pronunciamientos a favor de una causa política, y aclaró que podía volver a su función de párroco si decidía renunciar al activismo partidista.
Sin embargo, el padre Sicard rehusó aceptar esa restricción eclesiástica que implicaba renunciar al sostenimiento de sus ideas sobre la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, que había calificado como la salvación del país, tras desbordarse en elogios a la figura de Bosch y asegurar que su partido era “la única organización política que representaba los intereses de los dominicanos”, por ser “como un palomar limpio y blanco donde las palomas blancas y mansas acuden por montones y millares al ver la blancura y la brillantez de su interior”.
El sacerdote sancionado continuó oficiando misas con el argumento: “si se me ha suspendido el ejercer el ministerio en un grupo de personas, ahora estoy ejerciendo un ministerio a escala nacional” y “mi parroquia ya no es la de La Mata, Cotuí, sino la República Dominicana que está ansiosa de que se le diga la verdad como hasta ahora yo se la he dicho”. Agregando que “Si yo celebro una misa, aunque estoy suspendido, la misa queda celebrada como si la celebrara cualquier otro sacerdote”.
Igualmente, retomó el activismo político, esta vez con emisiones continuas de críticas a los afanes reeleccionistas del presidente Balaguer y al estado de terror que imperaba en gran parte del territorio nacional, debido -según su criterio- a que el gobierno no hacía nada por establecer un clima de paz, partiendo de la localización y sometimiento a la justicia de los incontrolables que habían ultimado a decenas de jóvenes revolucionarios. Y mencionó los crímenes del doctor Edmundo Cuello Sena y el estudiante universitario Salomón Nicolás Lama Beras.
Cabe destacar que por sus constantes reproches al régimen balaguerista, el padre Sicard fue objeto de hostilidad policial en varias ocasiones y pasó por una situación de maltrato psicológico el 9 de noviembre de 1969, al impedírsele pronunciar una charla a un grupo de jóvenes en un teatro de la sección El Ranchito, municipio de La Vega, por orden del comandante de la dotación local, coronel Sergio Cabrera Martínez.
Otra situación de tensión y terror psicológico que afectó al sacerdote se originó en la comunidad rural de Loma Sucia, en Villa Altagracia, que fue militarizada, en medio de una ola de rumores de que sería apresado, debido a que durante las reuniones que sostuvo con campesinos de allí y de Los Mogotes, Kilómetro 61, El Puerto, la Represa de Isa y Medina, los habría incitado a la desobediencia civil, diciéndoles que “ha llegado el momento de engrasar los fusiles”.
El cura rebelde viajó al día siguiente al pueblo de Villa Riva, donde fue detenido y trasladado a San Francisco de Macorís, pero más adelante fue puesto en libertad por orden del jefe de la Policía, general de brigada Rafael Guillermo Guzmán Acosta.
El destino de Sicard
El padre Francisco Sicard reveló que a su llegada a París a finales de 1969 el profesor Bosch lo recibió diciendo: “Padre, usted debe ser el candidato presidencial del PRD”, y repetía esas palabras de manera insistente, dejándolo anonadado y limitado sólo a aclarar que llegó allí despojado de toda aspiración política y creía “que debía esperar un poco de tiempo para ver el curso de los acontecimientos”.
La declaración fue hecha durante una entrevista en el programa radial “Realidades Dominicanas”, que producía el periodista Plinio B. Martínez por la emisora de radio “Onda Musical”, donde también reveló que durante su estadía de dos semanas en esa ciudad, el exmandatario le dio un cursillo sobre gestión pública y ciencia política, aparte de exponer con amplitud los objetivos y alcances de la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular.
Esa fue quizás la razón de que a su retorno al país se le diera un trato de figura presidenciable que lo motivó a acercarse al partido blanco y aspirar a la nominación presidencial de esa entidad, teniendo sólo como potenciales competidores al contraalmirante retirado Luis Homero Lajara Burgos y al expresidente provisional de la República, doctor Héctor Rafael García-Godoy Cáceres.
Este último presidía el Movimiento de Conciliación Nacional (MCN), pero sonaba como precandidato, debido a su estrecha relación con la dirigencia perredeísta; pues había sido canciller durante el gobierno sietemesino de 1963 y era además el gobernante surgido de los acuerdos establecidos entre el coronel Francisco Caamaño y los representantes del gobierno de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos (OEA) para pacificar la nación luego del conflicto bélico de 1965.
Esa realidad empujó al sacerdote rebelde a procurar el apoyo de la dirigencia perredeísta en cada municipio y a participar en el mitin multitudinario -de carácter antireeleccionista- realizado por el PRD y otras organizaciones opositoras, en enero de 1970, en los terrenos del antiguo aeropuerto General Andrews. Allí fue ovacionado de manera delirante y cargado en hombros por muchos de los asistentes.
Sin embargo, estuvo a punto de detener su exitoso activismo político debido al abstencionismo electoral aprobado por los delegados de la sexta convención nacional perredeísta, celebrada en el cine-teatro Agua y Luz de la capital los días 28 de febrero y 1ro. de marzo de 1970, a causa de la ausencia de un clima electoral apropiado para celebrar elecciones libres en el mes de mayo; pero muchos de esos delegados se comprometieron posteriormente a propiciar la convocatoria de una nueva asamblea para revertir esa línea política.
Con ese propósito se efectuó una reunión en la residencia del dirigente perredeísta César Roque, en el sector Bella Vista de la capital, pero hubo que suspenderla debido a que el doctor Peña Gómez acudió al lugar de manera inesperada y explicó con su proverbial elocuencia los inconvenientes de realizarla a pocas semanas del retorno al país del profesor Bosch.
Tras esa explicación el religioso puso en pausa su activismo político y se fue a descansar a la comunidad de La Mata, aunque tuvo tiempo para recibir a don Antonio Guzmán quien le reveló que la alta dirección del PRD barajaba su nombre para la candidatura vicepresidencial de un frente opositor. También allí, conversó con el doctor García-Godoy, quien acudió acompañado del exsenador perredeísta por La Vega, Francisco Gómez Estrella, a proponerle la nominación al segundo puesto ejecutivo de la nación por el MCN.
Poco más tarde; específicamente el viernes 17 de abril de 1970 se produjo el retorno al país del profesor Bosch, quien reasumió la conducción del partido blanco, adoptó una táctica política pacifista que dejó sin efecto los compromisos asumidos por la dirigencia perredeísta -en su ausencia- para encabezar un frente opositor anti-reeleccionista y se concentró en la tarea de depurar las filas de esa entidad política, presuntamente infiltradas por elementos izquierdistas.
En medio de esa situación se celebraron los comicios del 16 de mayo de ese año y como era de esperarse, ni la línea abstencionista, ni la prédica a favor de la Dictadura con Respaldo Popular, pudieron evitar la primera reelección del presidente Balaguer, lo que originó desorientación y frustración en amplios sectores populares.
Este ruidoso revés afectó más que a nadie al padre Sicard quien totalmente desalentado y sin la protección material de su antigua parroquia, decidió marcharse del país para ir a vivir a la ciudad de Nueva York, donde mermó significativamente su estrellato político, permaneciendo en el anonimato, durante dos largos años. Allá se relacionó con la iglesia episcopal y luego de un prolongado retiro político volvió a la faena, al fundar su Movimiento de Resurrección Nacional (MORENA), para plantear, más adelante, la necesidad de llevar a cabo en su país una reforma agraria profunda para asentar dignamente a los campesinos sin tierra.
Y así, el otrora combatido y combativo religioso reapareció en el escenario nacional a principios de 1973, participando de manera sorprendente en un mitin de respaldo a las leyes agrarias, organizado por el Movimiento Agrario Reformista (MAR) que dirigía el ingeniero José Osvaldo Leger, y desde ese momento a nadie le cupo duda de que se había pasado a las filas gobiernistas.
Luego se supo que durante su estadía en la ciudad de los rascacielos fue contactado por el cónsul Federico Antún Abud (padre de Quique Antún), quien lo convenció de que regresara al país y ofreciera a Balaguer su colaboración para impulsar el desarrollo de la reforma agraria que se estaba ejecutando desde 1972.
Esa reunión se llevó a efecto poco antes de la celebración del mitin referido y dio como resultado la emisión del decreto 4168, de fecha 20 de diciembre de 1973, que designó a Sicard miembro de la comisión para la aplicación de las Leyes Agrarias junto a los señores doctor Santiago Cruz López, presidente; general de brigada E.N. Juan René Beauchamps Javier, agrónomo Luis Estrella, agrimensor Miguel A. Dargam, ingeniero agrónomo Luis Guillermo Flores, doctor Rafael Brache Guzmán, doctora Elsa Rodríguez y doctor Luis Arturo Puig Messon.
Esa fue la última acción sobresaliente del sacerdote vegano que el 18 de mayo de 1969 había dicho al periodista Reynoso Gómez que por el país sólo podía ofrecer su vida y aceptaba “morir crucificado en una cruz en la puerta del Conde por la salvación del pueblo dominicano”.
Finalmente, queremos concluir este relato citando un artículo denominado “Al Padre Sicard: quien lo Vio ayer y quien lo mira hoy”, publicado en el periódico Última Hora el sábado 5 de enero de 1974, que decía en tono jocoso: “se está diciendo en las esquinas que el doctor Balaguer invitó al padre Sicard a su despacho y le hizo oír el merengue de Johnny Ventura que dice “MORENA, te ando buscando para invitarte a bailar, un merengue que compuse y que a todos va a gustar”…. y el padre, ni corto ni perezoso, aceptó la invitación”.