Después de conquistar las pasarelas de París, Londres y Nueva York, a Gigi Hadid le ha tocado ahora Milán. Y entre los grandes nombres para los que iba a prestar su rostro y su figura, no podía faltar Moschino, donde la pobre chica ha tenido un pequeño tropezón.
La firma italiana ha puesto un despliegue impresionante para presentar su colección otoño-invierno 2017-18, con grandes cortinas de terciopelo rojo y ribetes dorados, un exuberante estilo barroco que ha llegado también a las prendas, que mezclaban texturas, transparencias y brillos e iban desde los total looks en negro a los icónicos estampados de Jeremy Scott, el director creativo.
Los largos de los vestidos daban una sofisticación exagerada a las modelos, algunas con dificultadas para recorrer la interminable pasarela teatral, con vestidos de falda tuvo como el que le tocó lucir a Gigi. Llegando al extremo del escenario, Gigi se pisaba su propio vestido y, como podía, pateaba la tela para salir airosa. Y es que digan lo que digan, ella es una profesional.