En Puerto Rico, el Departamento de Educación ha sido durante décadas un reflejo de ineficiencia y corrupción. Este gigantesco aparato burocrático, que consume miles de millones de dólares al año, ha fracasado en su misión principal: educar a nuestros niños. Lejos de ser un faro de esperanza y progreso, se ha convertido en un lastre que obstaculiza el desarrollo de nuestros estudiantes y desperdicia los recursos de los contribuyentes. Por ejemplo, se acaba de contratar en el Departamento de de Puerto Rico a una persona de nombre Oriol Campos Hernandez que fue el director de finanzas de la candidata a gobernadora por el partido Nuevo Progresista, Jenniffer Gonzalez por $225,000.00 por 6 meses de trabajo.
La oficina del inspector general de los Estados Unidos, la Contralora de Puerto Rico, el Contralos Electoral, la Junta de Control Fiscal, la Oficina de Gerencia y Presupuesto-OGP y el resto de agencias reguladoras siguen permitiendo este uso indebido de dinero sin control de dinero que es para educar a los niños de Puerto Rico.
Un Sistema Fallido
El sistema educativo público en Puerto Rico ha demostrado, año tras año, ser un completo desastre. Escuelas que se caen a pedazos, falta de materiales básicos, maestros mal pagados y sobrecargados de trabajo, y un currículo que parece más diseñado para aburrir que para inspirar. Mientras tanto, las altas esferas del Departamento están repletas de empleados que no aportan nada al aprendizaje de nuestros niños, sino que solo se benefician de un sistema politizado y corrupto.
Esta agencia pública, que debería ser la piedra angular del futuro de nuestra sociedad, se ha convertido en un centro de empleo para amigos y partidarios políticos. En lugar de fomentar la creatividad y el pensamiento crítico, el Departamento de Educación se ha transformado en un lugar donde se sofoca la iniciativa y se perpetúa la mediocridad. No es de extrañar que nuestros niños se queden rezagados en comparación con otros países.
Una Alternativa Necesaria
Es hora de que consideremos alternativas radicales. En lugar de continuar financiando un sistema que claramente no funciona, deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en modelos educativos que realmente beneficien a nuestros estudiantes. La educación en el hogar, por ejemplo, permite a los padres personalizar el aprendizaje de sus hijos según sus necesidades y fortalezas. Los resultados en otras partes del mundo demuestran que los estudiantes educados en casa suelen superar a sus pares en pruebas estandarizadas y están mejor preparados para el mundo real.
Otra opción es el fomento de instituciones comunitarias que ofrezcan una educación más enfocada en la creatividad, la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades para la vida. Estas instituciones podrían operar con menos recursos, pero con un enfoque mucho más efectivo y personalizado. Además, no estarían sujetas a la pesada burocracia que ahoga al sistema actual.
Valorar a los Maestros
Parte de esta transformación debe incluir una revalorización del papel del maestro. En lugar de ser vistos como simples empleados públicos, los maestros deben ser reconocidos como los profesionales que son. Un salario base de $50,000 sería un primer paso hacia esta dignificación. Además, los directores de las escuelas deberían también impartir clases, asegurando que estén conectados con las necesidades reales de los estudiantes y no atrapados en la burocracia. Todos los directores escolares deben dar una clase diaria para que nunca se olviden que su función es educar al niño y no responder a una burocracia que entorpece el aprovechamiento academico.
Este cambio tambien require una trasformación de los programas de pedagogía en las universidades del pais. Los cursos deben incluir mas estrategias y metodología de la enseñanza que promuevan la creatividad del estudiante con enfasis en la lectura, escritura y comunicaciones.
Hacia un Nuevo Sistema
Eliminar del todo el Departamento de Educación, con la burocracia extrema actual es una necesidad. Necesitamos un sistema que no requiera tanta administración de procesos que, en última instancia, no contribuyen al aprendizaje de los niños. Los recursos deben destinarse directamente a los estudiantes, a sus maestros, y a la creación de ambientes de aprendizaje que inspiren y motiven.
Lo que proponemos no es una simple reforma, sino una revolución educativa. Una en la que los niños de Puerto Rico puedan crecer en un entorno que valore su creatividad, que los prepare para los retos del futuro, y que no los vea como simples números en una burocracia ineficiente. Es hora de exigir un sistema educativo que funcione para ellos, y no para los políticos ni los burócratas.
