Thursday, March 28, 2024

Shalom/Shalam

Por: Agustín Perozo Barinas.-

«La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias».

Antonio Fraguas Forges.

“El conflicto puede derivar en una crisis regional incontrolable”, alertó António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas. Con más de un año dentro de una pandemia global, la lucha armada estalló de nuevo entre judíos y palestinos. El conflicto palestino-israelí sí afecta a los países dependientes de hidrocarburos por la posibilidad de aumentos excesivos de los precios del petróleo impulsados por la especulación. 

Los medios modernos, periodistas y comentaristas, apoyados con tecnologías de punta para grabación y difusión en tiempo real, nos pone en casa imágenes terribles de intolerancia, odio, sangre y destrucción. No es solo un conflicto por las armas sino también mediático, con golpes de efecto. Se dice que la guerra al presente se gana en gran parte en los medios de comunicación. 

Esquilo sentenció que «la primera víctima de la guerra es la verdad» y el abate Galiani, como sugiriendo un debate; agrega, «la verdadera paz solo se encuentra en la verdad». ¿Dónde está entonces esta verdad?

Las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam, brazo armado de Hamás, y los yihadistas palestinos lanzaron miles de cohetes hacia ciudades judías en retaliación a una serie de eventos que inician según los describe Patrick Kingsley del New York Times:

“Veintisiete días antes de que se disparase el primer cohete desde Gaza, un escuadrón de policías israelíes entró en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén, apartó a los asistentes palestinos y atravesó el vasto patio de piedra caliza. Luego cortaron los cables de los altavoces que transmiten las oraciones a los fieles desde cuatro minaretes medievales.

Era la noche del 13 de abril, el primer día del mes sagrado musulmán del Ramadán. También era el Día del Recuerdo en Israel, que honra a los que murieron luchando por el país. El presidente israelí iba a pronunciar un discurso en el Muro de los Lamentos, un lugar sagrado para los judíos que se encuentra debajo de la mezquita, y las autoridades israelíes temían que las oraciones lo ahogaran”.

Hamás es un movimiento político con presencia en el parlamento palestino, pero con elementos radicales entre sus filas. Los ataques, ampliamente condenados por tener como objetivo a civiles, han sido descritos como terrorismo por las Naciones Unidas y la Unión Europea. La comunidad internacional considera que los ataques indiscriminados contra objetivos civiles son ilegales según el derecho internacional (Amnistía Internacional y Human Rights Watch).

Las fuerzas israelíes respondieron con ataques selectivos en Gaza. Vemos el horror de civiles muertos y heridos. La reiteración trágica de las bajas colaterales. Cuatro interrogantes sobresalen de la propaganda en los medios casi saturados por la intensidad del conflicto:

1- ¿Israel arrebató territorios palestinos en 1948?

2- ¿Israel mata indiscriminadamente civiles palestinos en sus operaciones militares, incluso niños?

3- ¿Israel es expansionista y busca anexar territorios ocupados en Cisjordania y la Franja de Gaza?

4- ¿El judaísmo es una religión excluyente, así como lo es la cultura y la sociedad judías?

Para ahondar un poco más, un breve recorrido en el tiempo:

En el Nuevo Mundo de los conquistadores españoles, estas tierras fueron incorporadas a la Corona Española despojando a los pueblos originarios de su derecho a las mismas… pero, ¿cuál derecho? Pues, el derecho y los marcos jurídicos (constituciones) que imponen los que conquistan; los vencedores. Las constituciones son conjuntos de normas juridicas asentadas por el peso del derecho. Surge entonces su salvaguarda y su aplicación a través de la exigencia hacia todos en el cumplimiento de la misma (en teoría, en muchos casos), según Medinaceli. 

Un ejercicio parecido se aplicó en lo que hoy llamamos Norteamérica, y en los continentes asiático y africano con fuerza violenta, con sangre, con muertes de civiles y militares, sanos o enfermos, hombres, mujeres, ancianos y niños. Los niveles de crueldad y sufrimiento han sido, en parte, documentados.

Generalmente, muchos de los Estados modernos han sido creados bajo la espada y la pólvora desde el siglo XVIII. Sus himnos, cargados de batallas épicas y gloriosas, son cantos a la violencia “necesaria” como sangre derramada. Tomemos las estrofas II y XI del Himno Nacional Dominicano:

¡Salve! el pueblo que, intrépido y fuerte,

A la guerra a morir se lanzó,

Cuando en bélico reto de muerte

Sus cadenas de esclavo rompió.

¡Libertad! que aún se yergue serena

La Victoria en su carro triunfal,

Y el clarín de la guerra aún resuena

Pregonando su gloria inmortal.

De la yihad islámica tenemos: “Sal a combatir sea cual fuere tu condición y contribuye a la causa de Allah con tus bienes y tu lucha”. Ese dinamismo sangriento de extender las fronteras, o preservarlas, no ha terminado en el mundo. Con fronteras definidas al siglo XXI dentro del Derecho Internacional, acciones hostiles en territorio de otro país es sencillamente un acto de guerra: Casus belli, ius ad bellum.

No es «la guerra de los sexos» o «la guerra de las plantas». Es un conjunto de acciones para imponer matando. Sea ofensivo o defensivo. Para conquista expansionista o para proteger la integridad territorial y la soberanía. Se cuestiona la legitimidad de un nuevo Estado por apropiarse territorios de otros pueblos en su conformación. En términos históricos, tres cientos años es un período corto. ¿Cuántos Estados han sido creados en ese lapso? ¿Se apropiaron de territorios de otros pueblos? Por la fuerza, por la guerra. La sangre en muchos casos se evidencia en sus himnos, sobre todo la propia y no la ajena. La violencia, herir, matar, esclavizar, subyugar, por terrible que nos golpee la psiquis, es algo cotidiano en el mundo natural (en YouTube hay mucho material perturbador). 

Nuestra imaginación moral, ya organizada en leyes, nos frena estos impulsos con normas de conducta y sanciones. Buscamos formar y educar para amansar y sensibilizar esa inclnacion violenta que nos acompaña. Oscar Wilde escribió que «todos llevamos el cielo y el infierno dentro». Podemos verla con cierto pavor en las expresiones y miradas cargadas de odio y resentimientos entre los civiles y los soldados en medio de las conflagraciones. 

La Parabellum fue una pistola alemana de 9mm desarrollada en 1898 por Georg Luger. Llegó a ser uno de los símbolos de la Alemania nazi. Nunca se sabrá cuántos miles de judíos fueron asesinados con pistolas Luger. Curiosamente, el vocablo parabellum viene de la frase en latín: «Si vis pacem, para bellum», que se traduce «si quieres paz, prepárate para la guerra». 

Los judíos fueron señalados para su exterminio sistemático por ese Estado moderno, casi imperio. Israel es el refugio, pues el éxodo histórico los ha mantenido al filo de la espada o a la punta del cañón. No se expondrían de nuevo en su historia a semejantes actos de barbarie, como la masacre en Cisjordania del asentamiento judío Kfar Etzion, situado en los Montes de Judea, por la Legión Árabe el 13 de mayo de 1948.

Previo a esa masacre, el 15 de febrero de ese mismo año, unidades del Palmaj, una unidad de élite del ejército no oficial del Yishuv (comunidad judía) durante el Mandato Británico de Palestina, atacaron la aldea árabe palestina de Sasa, al norte de la Galilea, mataron a 60 aldeanos y destruyeron 20 viviendas. También en febrero volaron las casas árabes de Cesarea y expulsaron a los habitantes árabes de esta ciudad. En Jaffa, fuerzas judías dinamitaron casas con sus habitantes todavía dentro…

La idea de un Estado judío, el movimiento sionista, empieza a tomar forma durante el Imperio Otomano cuando aún éste regía el Oriente Medio. La Primera Guerra Mundial cambió el tablero imperial global. La Segunda Guerra Mundial y sus horrores contra los judíos impulsó la creación del Estado de Israel en Eretz Yisrael (Eretz Ha-Ivrim, tierra de los hebreos), el 14 de mayo de 1948, cuando lo proclamó David Ben Gurión. 

La capital, Jerusalén, —con reconocimiento internacional limitado—, es sede del gobierno; tiene diversas etimologías para significar «cimiento (del semítico yry’: fundar, colocar una piedra angular) del dios Shalem». Se cree que el nombre de Shalem se conserva en el nombre de esta ciudad de la Edad de Bronce y quizá también del bíblico Rey Salomón. Puede haber estado asociado con el crepúsculo y la estrella de la tarde en los sentidos etimológicos de una «finalización» del día, «puesta de sol» y «paz».

El dios Shalem (Shalim, Salem o Salim) fue así su deidad tutelar original (se pronuncia yerushalaim en hebreo) y es una combinación de dos palabras. Cuando se juntan, significan algo como “señalar el camino hacia la completitud”. El shalayim proviene de la palabra shalam, que significa completo y todo (la palabra Shalom también se deriva de shalam, aunque generalmente se traduce como paz).

Para ilustrar sobre Palestina, un resumen de un artículo del columnista Carlos Salas nos brinda la siguiente cronología:  

Palestina es el nombre que los griegos dieron a la tierra de los filisteos. El primer asentamiento de los filisteos data del siglo XII a. C. Dos siglos después, ya dominaban la zona. Desde entonces, filisteos y judíos se enfrentaron por las mismas tierras. Los filisteos fueron dominados por asirios, babilonios y persas a lo largo de los siglos. En el siglo II a. C. fueron dominados por los reyes judíos.

En el siglo I, coincidiendo con la vida de Jesucristo, el territorio quedó bajo dominio del imperio romano. Se le da el nombre de Palestina a la región, con capital en Jerusalén. Se extiende la cristianización entre los palestinos y llega a existir una Iglesia Palestina. Conviven con judíos y arameos.

En el año 70 después de Cristo, el general romano Tito, sofoca una rebelión judía, destruye el templo de David (del cual queda un muro, el Muro de los Lamentos), y provoca la expulsión del pueblo judío de unas tierras que ellos consideran sagradas. Era la diáspora (dispersión). Tras debilitarse el imperio romano, los musulmanes toman Palestina en el siglo VII y comienza la islamización. El árabe sustituye al griego y arameo como idioma de los palestinos.

Los cruzados intentan recuperar su Tierra Santa para el cristianismo. A pesar de sucesivas oleadas, Palestina sigue bajo influencia musulmana, aunque de diferentes orígenes: los otomanos toman el control a partir del siglo XVI hasta el siglo XX. Tras la desaparición del imperio otomano, al final de la Primera Guerra Mundial, Palestina es administrada por Gran Bretaña. Los judíos de la diáspora comienzan a volver poco a poco a Palestina, su antigua Heretz Ysrael.

Los palestinos se rebelan varias veces contra el dominio británico por permitir la inmigración de judíos y la venta de territorio árabe a los israelíes. Los judíos presionan para que se funde el Estado de Israel en lo que antes era Palestina. Usan atentados contra las tropas británicas.

En 1947, Naciones Unidas admite la partición del territorio en dos mitades: una para los palestinos y otra para los judíos. En 1948 los judíos declaran el nacimiento del Estado de Israel. La Liga Árabe responde declarando la guerra. Tras varios meses de conflicto, los palestinos quedan recluidos en dos territorios: Cisjordania (interior) y la Franja de Gaza (costera).

Desde entonces se suceden diversas guerras entre judíos y árabes, que se saldan con la victoria de los judíos, quienes toman más territorio como los Altos del Golán, junto a Siria. Israel tiene el control militar de Cisjordania (junto con la Autoridad Nacional Palestina) y el control del espacio aéreo sobre Gaza, así como de las comunicaciones terrestres y el suministro de agua de esta franja. Por eso se considera que la Franja de Gaza es un inmenso campo de refugiados palestino.

Nakba es un término árabe que significa «catástrofe» o «desastre», utilizado para designar al éxodo palestino. Son refugiados palestinos las “personas cuyo lugar de residencia habitual era el Mandato Británico de Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948 y que perdieron sus casas y medios de vida como consecuencia de la Guerra árabe-israelí de 1948”.

Actualmente, viven 1,5 millones de personas en la Franja de Gaza, existe un paro muy elevado, y viven de las ayudas humanitarias. Un tercio del PIB de Gaza procede de los empleos de palestinos en Israel, quienes tienen que cruzar la frontera todos los días para trabajar.

En 1988 se declaró el Estado de Palestina, Actualmente, de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas, 138 lo han reconocido al 31 de julio del 2019, pero entre ellos no está los Estados Unidos. Al no existir soberanía previa, más allá de la colonización inglesa y el reparto de las Naciones Unidas, Israel lo considera un «territorio disputado» y no un régimen de «ocupación», mientras el derecho internacional, que no acepta la conquista militar como base de derecho, lo rechaza.

José Antonio Solórzano escribió: 

“Y sobre la estantería con mis libros, la foto, la última foto con las Torres de Europa, símbolo de otras torres construidas con el amor de la amistad y la concordia, símbolo de paz entre nosotros, de una paz pequeña, minúscula, muy nuestra, la paz sellada entre dos mundos, dos culturas, con aquel Shalom/Shalam que aún resuena en mí con la dulce cadencia del tiempo no desgastado, de la historia común compartida que camina hasta el infinito, a través del ancho mar de Ulises que baña las costas y los sueños de cristianos, de judíos, de árabes, de tantos otros pueblos y culturas que han surcado por las aguas de ese enorme lago en medio de la tierra”.

Como corolario, una frase de Thomas Paine sería oportuna: «Si ha de haber conflictos que sea mientras yo viva, que mi hijo pueda vivir en paz».  (Autor del libro sociopolítico La Tríada II).

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