Thursday, March 28, 2024
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LOS ESTUDIANTES, LA IZQUIERDA Y EL PENSAMIENTO DE MAO

En el verano del año 1968 escuchamos por primera vez, en conversaciones con jóvenes de los barrios de Villa Juana y Villa Consuelo, el término “maoísmo”, con el cual se referían a una corriente ideológica del marxismo que comenzaba a incidir en las formulaciones teóricas del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y el Movimiento Popular Dominicano (MPD).

Desde 1960, esas dos organizaciones de izquierda con arraigo social, se habían interesado en la excepcional evolución del socialismo en China, influidos por la extraña fascinación política que exteriorizó el Che Guevara en su visita a la ciudad de Beijing el 19 de noviembre de ese año.

El guerrillero heroico de la Sierra Maestra confesó al final de su entrevista con Mao TseTung y el primer ministro Chou En-lai, su admiración por la personalidad del gran timonel y su reconocimiento al proceso de cambios que experimentaba el gigante asiático fruto de aquella revolución.

Guevara era el presidente del Banco de Desarrollo Nacional de Cuba y llegó hasta allí en compañía de un joven periodista ecuatoriano llamado Fernando Maldonado Donoso, quien a los 26 años había sido electo secretario general del Partido Social Revolucionario de Ecuador. También lo acompañaba el economista chileno, de ascendiente italiano, Albán Lataste, quien se desempeñaba como viceministro de Economía en Cuba, aunque poco más tarde perdería su puesto, por sostener una riña verbal con el primer ministro Fidel Castro; viéndose precisado a regresar a Chile (su país de origen), donde ocuparía la función de presidente del directorio del Banco del Estado.

Cuatro años más tarde, en el verano de 1964 se produjo la visita a China de un dirigente político dominicano, el joven estudiante de arquitectura Cayetano Armando Rodríguez del Prado, quien ya había palpado la experiencia socialista de Cuba y conocía a su primer ministro Fidel Castro.

El líder del grupo Fragua y máximo dirigente del colectivo estudiantil del Movimiento Popular Dominicano llegaba ahora a la nación oriental acompañado del señor Ilander Selig, un compatriota suyo de origen judío, atendiendo a una invitación que le hiciese en 1962 el líder estudiantil chino Li Chi-tao, durante el congreso de la Unión Internacional de Estudiantes, celebrado en la ciudad de San Petersburgo. 

A su llegada a China, Rodríguez del Prado tuvo la suerte de codearse con los más altos dirigentes de la revolución socialista en su fase esplendorosa, siendo -junto a Selig- increíblemente atendido por el propio presidente Mao Tse Tung, quien les recibió con un apretón de manos en su oficina frente a la Plaza de Tiananmen y les brindó cigarrillos y fósforos para encenderlos; pudiendo pasar así a la historia como los primeros dominicanos que tuvieron el honor de compartir un momento con ese gran revolucionario.

Cayetano Rodríguez del Prado había sido uno de los principales líderes estudiantiles en el momento en que se reclamaba la autonomía universitaria en 1961 y era el autor del famoso “Plan Cayetano” que se llevó de encuentro a las autoridades trujillistas de la primera universidad del Nuevo Mundo, y su visita a este territorio perseguía conocer el modelo socialista chino, en su calidad de dirigente emepedeista.

Hasta ese momento poco se conocía la palabra maoísmo en el país y vino a ser en este verano de 1968 cuando de modo inocente se hizo mención de ese término en nuestro barrio, durante una conversación de adolescentes reunidos en la nueva residencia del joven Dante Lino Galán Marte, quien había invitado a sus amigos de infancia a compartir unas horas de alegría escuchando un par de discos de larga duración con las canciones románticas que elevaron al sitial más alto de la fama a los Beatles (“Something”, “Yesterday”, “A Day in The Life”, “And I LoveHer”, etc.), cantadas por Paul McCartney y John Lennon, siguiendo la excelencia rítmica de sus guitarras y la sonoridad de una batería tocada de modo incomparable por el genial Ringo Starr, para hacer vibrar de emoción a los chicos congregados en el patio de aquella vivienda recién estrenada, edificada por el abogado y general policial, doctor Antonio de los Santos Almarante (su padre adoptivo), en un amplio solar de la avenida 27 de Febrero, en la proximidad del lugar donde poco después se construiría el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte. 

Se aseguró allí que el maoísmo se había “regado como la verdolaga” en los barrios de Villa Consuelo y San Juan Bosco, como resultado de un trabajo de captación de simpatizantes realizado por un joven de 20 años, llamado Franklin Aponte Grullón, residente en la casa No. 21 de la antigua calle Azua, quien sorprendentemente tenía sólida identidad cristiana; pues había sido formado por los hermanos jesuitas que imparten docencia en el Colegio Dominicano La Salle, pasando luego al Colegio Universitario y estando un año en la escuela de Ingeniería Civil de la UASD, donde entró en contacto con una organización de orientación maoísta, de la que se hizo un fervoroso militante, provocando que sus padres lo sacaran del país y lo matricularan en la misma carrera, pero en el recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.

Mao Tse Tung

Luego se supo que esa labor había sido retomada por un estudiante de periodismo, de 23 años, residente en la calle San Francisco de Macorís No. 29, del sector de San Juan Bosco, llamado Francisco Gregorio Hiciano Díaz, quien comenzaba a desenvolverse en el campo de la comunicación como reportero de un espacio noticioso radial y era una persona muy conocida en la parte alta de la Capital.

Igualmente se mencionaba a los hermanos José y Julio Popa Santiago, unos vecinos de la calle Doctor Tejada Florentino (cerca de la Voz Dominicana), quienes habían estudiado en el colegio Don Bosco, siendo compañeros de clases de una parte de los chicos presentes en aquel acto festivo en la morada del amigo Galán Marte; y que en los años de la infancia fueron sus adversarios favoritos en los juegos de pelota realizados en el oratorio Don Bosco, en el estadio deportivo de la escuela normal y en un viejo campo de beisbol improvisado en los terrenos donde había operado el antiguo aeropuerto de la ciudad, llamado General Andrew.

Esos hermanos gozaban de mucha simpatía en el barrio, por su sobresaliente actuación deportiva, y se contaron entre los primeros jóvenes sumados a un nuevo grupo maoísta que fue constituido el 24 de octubre de 1966 con el nombre de Partido Comunista de la República Dominicana, identificado al principio por las siglas PCRD, surgido de la Primera Conferencia de Cuadros Profesionales salidos del Movimiento Popular Dominicano (MPD), afirmando como Lenin que “no puede haber un solo movimiento revolucionario sólido, sin una estable organización de dirigentes que mantenga la continuidad”, y que “mientras más numerosa sea la masa arrastrada espontáneamente a la lucha, constituyendo su base y participando en ella, más indispensable es esa organización y más sólida debe ser, pues de otro modo sería fácil a los demagogos arrastrar las capas atrasadas de la masa”.

Esa nueva entidad salió a la luz pública postulando que el partido comunista sólo debía estar constituido por revolucionarios profesionales y que su objetivo estratégico sería una sociedad sin clases donde impere el principio de “a cada quien, según su necesidad, de cada quien según su capacidad”, para construir una sociedad donde no haya explotados ni explotadores, donde llegaría inevitablemente la humanidad guiada por la clase obrera a través de la Dictadura del Proletariado.

Los Popa eran chicos populares, nacidos y criados en ese populoso sector, y no les fue difícil influir en otros jóvenes que se abrazaron a sus ideas y se adhirieron a un proyecto orgánico juvenil, para contribuir con su esfuerzo a la formación de células de militantes que se movilizaban por todos los suburbios, llevando en el bolsillo o debajo del brazo el famoso “libro rojo” del maoísmo, dispuestos a enfrentar con valentía y fervor la restricción a la literatura marxista impuesta por el Estado; la cual penaba con cárcel y torturas la simple lectura de las citas filosóficas y las ideas políticas del líder chino Mao TseTung, así como sus conceptos sobre la guerra y la paz, la lucha de clases, las contradicciones sociales y otros temas inscritos en los textos de consulta recomendados por los profesores de ciencias políticas y de filosofía en las cátedras universitarias.

Otro libro influyente fue “Viva el Triunfo de la Guerra Popular”, escrito por el mariscal Lin Piao, ministro de Defensa y en ese momento principal colaborador de Mao, difundido en el país en 1969; pero sin duda que el “libro rojo” fue el factor clave en la labor política de esos jóvenes para lograr que creciera en los barrios la simpatía por esas ideas; pues como nos ilustra el brillante economista Yván Rodríguez Batista, quien fuera un militante organizado en las filas del MPD en 1968, en la preparación ideológica de esos muchachos influyó sobremanera el seguimiento constante que daban a la evolución de la Revolución Cultural iniciada en China en 1966 y el estudio continuo de las “Cuatro tesis filosóficas” y los trabajos de “Guerra Prolongada y Problemas Estratégicos de la Guerra de Guerrilla Antijaponesa”, de Mao. También fue fundamental la lectura de los tres artículos permanentes, difundidos en el semanario del partido, que eran “El Viejo Tonto que removió las montañas”, “Servir al Pueblo” y “En Memoria de Norman Bethune”, un médico canadiense amigo de Mao.
Intervino de igual modo en el auge del maoísmo el enfrentamiento entre los partidos comunistas de la Unión Soviética y de China, influenciado, entre otros factores, por el problema del culto a la personalidad de Stalin, la tesis de la coexistencia pacífica formulada por los rusos, y el hecho de que la mayoría de los grupos de izquierda (con excepción del Partido Comunista Dominicano) eran antisoviéticos.

En el empuje de esa lozana fuerza maoísta, en su fase inicial, tuvo mucho que ver que entre los promotores para fundar un grupo con el nombre de “Juventud Comunista” estuvieran los principales dirigentes estudiantiles de la época; sobresaliendo la figura cimera del bachiller Alexis Licairac Díaz, quien a la salida de Amín Abel Hasbún de la UASD, asumió el liderazgo y lasecretaría general del grupo FRAGUA, siendo su candidato a presidir la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) en las elecciones del viernes 15 de julio de 1966, donde obtuvo mil 587 votos, venciendo por 405 a su rival más cercano, el bachiller santiaguero Lucas Rojas, quien representando el color verde del Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC), acumuló mil 182 sufragios, agenciándose la vicesecretaría general de la FED y otros cuatro puestos ejecutivos, mediante la aplicación de la regla de la proporcionalidad que era también una garantía para la representación minoritaria que encarnaba el Frente Universitario Radical Revolucionario (FURR), de orientación perredeísta, quien apenas pudo alcanzar 171 votos, quedando sin representación en el gremio estudiantil.

Para que se tenga una idea clara del prestigio de los líderes estudiantiles que participaron en esta justa comicial, diremos que además de Licairac y Lucas Rojas, el comité ejecutivo central de la FED quedó compuesto por seis bachilleres del grupo FRAGUA y cinco del BRUC; eran ellos, Narcisazo (Narciso) González (FRAGUA), secretario de asuntos nacionales; Eddy García (BRUC), secretario de organización; Diómedes Mercedes (FRAGUA), secretario de asuntos educacionales; Luis Ernesto Brea (BRUC), secretario de bienestar estudiantil; Carlos Dore Cabral (FRAGUA), secretario de prensa y propaganda; Julio Samuel -Jimmy Sierra Gómez (BRUC), secretario de asuntos internacionales; Nelson Moreno Ceballos (FRAGUA), secretario de asuntos obreros; Roberto Reyes Corcino (FRAGUA), secretario de Finanzas y Gustavo González (BRUC), secretario de actas y archivos.

Esa realidad nos afirma que Alexis Licairac era un gran dirigente recién acabadito de ser electo secretario general de la FED, en el instante en que encabezó la fundación de la Juventud Comunista, tras renunciar el viernes 11 de noviembre de 1966 como miembro del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, junto a los jóvenes Carlos Amiama, Manuel Contreras, Agustín Jiménez y Belarminio -Benito- Fernández Hiciano; este último poseedor de una condición política similar a la suya, puesto que era secretario general de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), y en nombre de esa entidad y también como catorcista, participó a principios de ese año en actividades políticas y militares realizadas en China, junto al dirigente estudiantil Ramón Martí. 

Fernández Hiciano mostraba suficiente autoridad entre los estudiantes de la época, que les reconocían su correcto desempeñó como combatiente en la Revolución de Abril de 1965 y su protagonismo en los hechos del 9 de febrero de 1966, encabezando a centenares de alumnos de los liceos y escuelas públicas de la Capital que durante la mañana de ese día llegaron a la puerta del Palacio Nacional, reclamando que el gobierno de García Godoy reconociera a las autoridades universitarias surgidas del Movimiento Renovador, y ordenara el desalojo de las tropas invasoras que aún se encontraban en esos centros escolares. Él había sido un héroe de aquella jornada que nuestro amigo, el exjuez y mejor abogado Hugo Isalguez, en un artículo de factura reciente publicado en el diario El Nacional, tituló “Masacre del 9 de febrero”, donde fue asesinada la joven de catorce años, Amelia Altagracia Ricart Calventi y donde murieron otros cuatro compañeros estudiantes.

El vínculo de los jóvenes mencionados con el maoísmo se había establecido siendo ellos parte de la estructura militar del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), y se amplió luego de la llamada “Primavera de Mayo”, en Francia, donde fue notoria la participación de dos organizaciones maoístas: el Partido Comunista Francés Marxista Leninista y la Unión de la Juventud Comunista, las cuales portando imágenes de Mao y de la Revolución China, alentaban las protestas contra la represión y el consumismo escenificadas por millares de estudiantes movilizados contra el gobierno francés; lo que provocó una brutal represión ordenada por el presidente Charles de Gaulle.

Fueron muchos los jóvenes que inspirados en esos hechos decidieron seguir el camino iniciado por Cayetano Rodríguez del Prado, y continuado por los estudiantes Benito Fernández y Ramón Martí, aceptando la propuesta del Movimiento Revolucionario 14 de Junio para integrar las delegaciones que esa organización enviaba clandestinamente a China, para que sus integrantes conocieran la revolución y obtuvieran la debida formación política y el adiestramiento militar básico, al margen de las diferencias existentes con los soviéticos que promovían entonces para Europa y América Latina una política de coexistencia pacífica y de participación de los comunistas en las consultas electorales, como aconteció en Chile con Salvador Allende.

Los chinos habían puesto especial interés en promover y difundir su modelo revolucionario, para ser aplicado en América Latina y por ello estrecharon sus lazos de amistad con la dirigencia del 14 de junio en los años citados, como lo detalla en sus memorias el dirigente catorcista Fidelio Despradel, quien fuera compañero de lucha en la guerrilla del 20 de diciembre de 1963 de su líder histórico, doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, y quien posteriormente (luego de la Guerra de Abril de 1965), junto a Rafael -Fafa- Taveras, se distinguiera como una de las figuras enfrentadas por el control partidario, librándose entre ambos la conocida batalla ideológica entre transformistas y no transformistas del 1J4 que culminó con la salida de un grupo encabezado por Taveras que ingresó al MPD el 7 de diciembre de 1966.

El 1J4 había sido legalizado por el gobierno provisional de García Godoy para que participara en los comicios del 1ro. de junio de 1966, pero no había sacado los votos requeridos para conservar su estatus legal. Ahora, tras la renuncia de los no transformistas, el sector predominante, encabezado por Fidelio Despradel, durante una reunión celebrada el 20 de enero de 1967, declaró a esa organización leninista. Y lo hizo en un artículo publicado en su órgano oficial de prensa, intitulado: “El 14 de Junio se consolida como vanguardia del proletariado sobre las concepciones del leninismo”. Agregando que la salida del grupo calificado de “liquidador”, “permitía afirmar el leninismo en el partido”.

Esa declaratoria animó a muchos jóvenes a ingresar al 14 de Junio, pese a que la popularidad de Taveras y Despradel estaba menguada por la lucha interna y por la existencia de una campaña contra el primero cuestionando su pacifismo y sus posiciones de derecha; y otra similar, encabezada por la Juventud Comunista, que objetaba al segundo por una supuesta culpa en el fracaso de las guerrillas del 20 de noviembre de 1963, aunque éste contaba con una buena artillería de defensa en las filas del 14 de Junio, donde se resaltaba su rol de combatiente en los días de abril del 65 y su honestidad a toda prueba. 

Esa proclama del 14 de Junio la explicaría años después Despradel en sus memorias, diciendo que cuando renunciaron de esa organización Taveras, Juan B. Mejía, Norge Botello, Jimmy Durán, Pedro Bonilla, Agustín Moisés Blanco Genao, Daniel Ozuna, Julito de Peña Valdez, Amín Abel Hasbún, Guido Gil Díaz y Manuel Pozo -Lucky, los integrantes de su corriente lograron imponer una línea de guerra como política oficial del 1J4, que se apoyó en la preparación militar de sus cuadros, tanto en Cuba como en China; señalando que él encabezó el contingente humano entrenado en la isla caribeña, siendo asistido por Roberto Duvergé y secundado por el fiero Eberto Giordano Lalane José, quien fuera delegado oficial de esa organización en Cuba, y por Amaury Germán Aristy, su representante en la primera Conferencia Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), efectuada en La Habana desde el 31 de julio hasta el 10 de agosto de 1967.

Despradel señala en su libro que ellos tenían “una visión de la continuación de la guerra contra el poder norteamericano y la derecha dominicana”, y habían construido con paciencia su base de apoyo en la zona rural del país, ya que el auge de las actividades guerrilleras y la lucha de masas en los continentes africano y asiático, influían en ellos de tal manera, que su organización siendo consecuente con su propia formación y su prédica guerrerista, no sólo envió una gran cantidad de jóvenes a Cuba a entrenarse militarmente, sino también a China, a donde viajaron figuras como el exhombre rana Aníbal López, el doctor Arnulfo Reyes, Aniana Vargas, Orlando Mazara, Sagrada Bujosa, Lilo Coss, Antonio Beato, Argentina -Tona- Santana, Marina Espinal, Miguel Reyes Saldaña y Mirsis Aponte, quien fuera la esposa de un alto dirigente de ese grupo, llamado Guillermo de la Rosa. 

Se debe saber también que otro de los dirigentes fuertes del 14 de Junio que estuvo en Cuba y en China fue Héctor Homero Hernández, aunque en la primera ocasión -al final de la Guerra de Abril de 1965-, fue para someterse a una operación quirúrgica para recuperar la audición perdida en el asalto a la Fortaleza Ozama, producto de un disparo que le rompió el tímpano hecho por error por uno de sus compañeros constitucionalistas. 
Como señala el autor citado, la mayor parte de los jóvenes enviados a China regresaron influidos por la resonancia de la Gran Revolución Cultural y convencidos de que “el 14 de Junio tenía una concepción errónea sobre la guerra revolucionaria”; y por tanto, como portadores de una línea política y una estrategia alternativas, ellos decidieron en la primavera de 1968 implementar un cambio, constituyendo una tendencia dentro de las filas catorcistas que tomó el nombre de “Línea Roja del 14 de Junio”, la cual acuñó las consignas históricas de la revolución china y el llamado Pensamiento de Mao Tse Tung, y se estableció formalmente como grupo político durante una asamblea celebrada el día 28 de julio de ese año.

La llamada Línea Roja del 14 de Junio sería la entidad puramente maoísta con mayor número de militantes en la República Dominicana, debido a que el Movimiento Popular Dominicano (MPD), aunque decía defender el pensamiento de Mao, difundía una línea política de marca local, planteándose el derrocamiento del gobierno de Balaguer mediante un golpe de Estado Revolucionario, con la determinante participación de un sector de la derecha, y predicaba ante todo su tesis sobre el colonialismo ideológico.

Es decir que fueron los antiguos catorcistas ubicados en la Línea Roja del 14 de Junio, timoneados por los fundadores del Partido de los Trabajadores Dominicanos, José González Espinosa, Juan Evangelista (Iván) Rodríguez, Esteban Díaz Jáquez y el gordo José Ernesto Oviedo Landestoy, quienes sacaron la mejor partida de su defensa del maoísmo, ya que lograron cultivar tan buenas relaciones con los chinos, que se hicieron naturales y frecuentes los viajes de sus jóvenes militantes al continente asiático en los años 70.

Nuestro buen amigo Yván Rodríguez, quien llegó a ser el más alto dirigente del poderoso grupo FRAGUA, desempeñando la secretaría general de esa organización en la UASD, estuvo encabezando en el año 1975 una de las primeras cinco delegaciones de dominicanos que estuvo en China, y recuerda que en una cena efectuada el Día de la Revolución; es decir el 1ro. de octubre de ese año, se topó allá con Juan B. Mejía y Amaury Justo Duarte, dirigentes de Bandera Proletaria, con quienes conversó amenamente sin que se les ocurriese anidar la asombrosa idea de que uno de ellos sería unos años más tarde vicepresidente del Partido Revolucionario Dominicano y otro jefe de su comisión económica.

La filosofía del maoísmo fue también defendida por otra organización de izquierda, el Movimiento Revolucionario Nueva República (MORENURE), y generó algún tipo de simpatía entre los jóvenes perredeístas, luego de que su líder único en 1969, el profesor Juan Bosch, autorizara a una delegación de jóvenes alistados por el secretario de organización del PRD, doctor Antonio Abreu Flores, hacer un viaje de tres meses a China, cuyos detalles queremos exponer en un próximo recuento de las actividades de esa organización previo a los comicios de 1970.

Eran los tiempos en que dentro del PRD se predicaba la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y se hacían frecuentes los elogios hacia figuras emblemáticas del calibre de Ho Chi Minh, símbolo de la Revolución de Liberación Nacional de Vietnam; pero un año después, específicamente el lunes 24 de agosto de 1970, el líder perredeísta estaba autorizando a Norge Botello a emprender una campaña contra supuestos infiltrados maoístas en el partido blanco, produciéndose un proceso de “desgarrapatización del buey que más jala”, que concluyó con la expulsión sumaria de valiosos dirigentes perredeístas, entre ellos el subsecretario general Rafa Gamundi Cordero y el dirigente de Bonao Napoleón Núñez, acusados de ser infiltrados al servicio del PACOREDO, un grupo que se decía “iluminado por el pensamiento luminoso del Camarada Mao Tse Tung”, pero que de manera increíble nunca fue invitado por China para que una delegación suya compartiese impresiones con el líder supremo o con sus herederos.

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