Los niños, la casa, el trabajo, la pareja, la familia, la agenda social… Todo esto hace que el estrés y la ansiedad se apoderen de nosotros, y eso es difícil de controlar. Y las consecuencias no son buenas: quita el sueño, desordena los recuerdos, desencadena un sinfín de enfermedades y acelera el envejecimiento (¡no!).